Queridos lectores no quiero que Don Xulio me eche de su estupendo digital, por lo que disfrazo el título de este artículo que debería llevar uno más sonoro, rotundo y castizo para calificar al Carnaval catalán.
Estamos asistiendo en todos estos meses de embrollo catalán a un verdero carnaval, de disfraces, simulaciones, medias verdades, embustes y tretas mil. El torrentismo ibérico se ha enriquecido con un audaz y resuelto Torrent catalán, un lacrimoso y muy pio Oriol, un Carlitos el tramposo, todos follones de padre y muy señor mío. Furias de diverso pelaje, nunca mejor dicho en el caso de la alborotado Marta o redichas hasta la cursileria de la Forcadell. Secundarios con nombres circenses, el astuto embargado y mendicante. Todo un circo.
En la meseta los Torrentes se han aseado y encorbatado y trabajan en menesteres de justicia, con un implacable juez Llerena, sabedor de muchos latines y hasta de griego, unos jueces del Constitucional que no tienen un pelo de tonto. Una alocada y desbordada Soraya poniéndose de puntillas para aumentar su estatura política, pero hundiéndose poco a poco, un gallego de Pontevedra, aherrojado por la prudencia y encabolado, cabreadísimo, por los justos y puros Albert e Inés, un Divino Pedro, que al llegar a la meta, recuperar Ferraz, agota sus fuerzas y se queda inerme. Una humillada fontanera prodigiosa aislada en Triana. Un desmelenado vallecano al que le falta repertorio y se le suben a las barbas sus enamoradas. Otro circo.

Hete aquí, que para darle aire de completo Carnaval se encargan caretas de Puigdemont, nuestro querido Carlitos el Tramposo, para aspirar a entrar con todos los méritos en el Libro de los Records del Guiness, como el mayor número de vociferantes tontos enmascarados, tienen que competir, pero son maestros en falsificaciones y trapisondas, con otros competidores del tonto en grupo, que proliferan en la época de los populismos.
El buen Rey Felipe VI cumple 50 años hecho un pimpollo, con su chica y multi retocada chica de la tele y unas preciosas hijas. En este Carnaval catalán se ha rebelado como el gran espadón de la Constitucion e incluso ha ido a las montañas más altas a la par que nevadas de Europa, a Davos, a defender a la ley de leyes, ole por tus cataplines, Felipe, estamos contigo.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com