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Loving Van Gogh

martes, 16 de enero de 2018
Escribo estas líneas cegado por el resplandor del Mare Nostrum en Alicante, esta ciudad de las Palmeras que tiene un clima envidiable en invierno. Loving Van Gogh
Ayer por la noche después de padecer como madridista la enésima derrota de los merengues ‎y entrevistarme con un singular príncipe ruso Don Jorge descendiente de Iván el Terrible y de su lugarteniente Juan un verdadero agente 007 incluso con su chica Bond, gente del gran mundo, que ponen sal y pimienta a las crónicas sociales y hacen girar el mundo de los negocios. Después se fueron y me fui a Panoramis, a ver una película animada candidata al Oscar "Loving Van Gogh" Loving Van Goghun proyecto que solo a los polacos, tan amantes del vodka, se les podía haber ocurrido.

Un castizo madrleño como mis galácticos camareros Carlos y Nacho diría que "es una pasada"‎, la primera película pintada al óleo, cien pintores y diseñadores reproducen 65.000 cuadros pintados con la técnica de Van Gogh a partir de escenas reales, lo anuncian como el arte de Van Gogh en movimiento. Es un alarde sin precedentes. Narra la historia del joven Armand, que en Francia en el verano de 1891 recibe una carta de su padre, el cartero Joseph Roulin, para entregarla en mano a Theo el hermano de Vincent Van Gogh. Vincent se había suicidado y su hermano Theo fallecería seis meses después. Tarea imposible, pero un muy buen pretexto para indagar en la misteriosa vida y muerte del genial pintor holandés. Todo a través de la animación mágica de sus cuadros.

De los 800 cuadros que pintó solo consiguió vender uno, fue un personaje amargado, considerado un artista extravagante y perseguido por la desgracia. Un verdadero artista "maudit", etiqueta con la que los franceses etiquetan a los artistas incomprendidos en vida y forzados a la bohemia y a la pobreza, a bandearse entre mecenas mediocres, que los explotan y escarnecen y al amor altruista de quienes los admiran, como la chica tocando el piano que retrató e inmortalizó Vincent.

Bordeando la locura, cortándose una oreja entre nubes de alcohol y desesperación, internado en un manicomio, siendo perseguido por los niños que le lanzaban piedras y los matones que se ensañaban con él. Les era imposible imaginar que detrás de esta paleta estrafalaria, con colores chillones en que abundaba el amarillo, se escondía un artista que iba a ser considerado un genio y elevado a los altares póstumos de la gloria y la fama. Hegel dice que a los genios no los reconocen sus mayordomos, sus contemporáneos, porque son incapaces de comprender al genio.

Aconsejo a quienes vayan a gozar de los cuadros animados de Loving Van Gogh, que repasen su obra en Wikipedia o en un libro de arte, así asimilarán mejor estas imágenes, pintadas, que se pasean en la campiña francesa. Pocas veces nos hallamos ante un ejercicio didáctico, un experimento en toda regla, de recrear con sus pinturas una vida de un genio. Si para Albert Einstein lo genial es simplificar lo complejo, esta película cumple todos los requisitos, pero exige un trabajo mostruoso de más de cien creativos, sin duda este proyecto ha nacido después de una gran "queimada".

Después del bochorno de la gran nevada, los sevillanos reyes del mambo, se han puesto las pilas y las carreteras están despejadas y sobre este grandioso marco mediterráneo flota el fantasma de Puigdemont, Carlitos el tramposo, Alejandro Dumas o Corín Tellado podrían haberse recreado con este desahogado ectoplasma. Nos vamos a Madrid y seguiremos informando.

Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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