La prolongación de la vida revoluciona también las edades del hombre.
Esta carrera a la longevidad no ha encontrado todavía su limite, cada decenio que pasa se añade un año a la vida de las personas. Juventud y vejez se van alejando y se plantean problemas nuevos especialmente en las sociedades avanzadas. Fundamentalmente dos, cuanto dura la juventud y cual es la duración razonable de la vida después de la edad de jubilación.
Se habla de la precariedad de la juventud y de la dificultad de independizarse. Al prolongarse la vida, una persona de 30 años sigue siendo joven hasta los 40 y se me apuran los 45. Por lo tanto la barrera mental de independizarse a los 20 tiene que desplazarse a los 30, tanto en hombres como en mujeres, en estas últimas su vida fértil empieza en los treinta, mientras en los países menos desarrollados comienza en la pubertad, en sociedades donde la penuria económica, la falta de higiene y alimentación deficiente acortan dramáticamente la esperanza de vida. Es toda una revolución.
Los hombres se comportan de forma infantil, adoptan hábitos y formas de vida completamente infantiles a edades que en el siglo XX se consideraban ya adultos y con muchas responsabilidades. Chicas y chicos prolongan sus estudios con mil másteres y maestrías, prácticas, Erasmus y todo tipo de cursos, es lógico que sea si al considerar el cuadro de existencia al que se enfrentan. Este cuadro de edades en ebullición no se corresponde con el reconocimiento debido. Por ejemplo una joven de 28 años se sentirá muy frustrada al verse atrapada en estas vorágine de estudios y prácticas y se arriesga a considerarse fracasada, sin considerar que está todavía en plena juventud.
En los mayores, eufemismo de viejos, el paréntesis entre jubilación entre los 60 y 67 años puede ser muy prolongado, con el coste para el sistema de pensiones, que tienen que ser recalculadas para los nuevos jóvenes y los nuevos viejos. Todo un rompecabezas, que no es una cuestión de pura teoría, sino un problema práctico, muy práctico y cada vez más actual.
Tienen que convocarse Estados Generales de la vida, con sus consecuencias, sus necesidades y sus proyecciones económicas. Se exige un replanteamiento, mientras en nuestras fronteras del bienestar se agolparan millones de emigrantes, de refugiados que huyen de sus condiciones vitales insatisfactorias, lo que nos obligará a adoptar una política inteligente de desarrollo a escala mundial. Es una tarea gigantesca, pero indispensable.
En este siglo XXI se impone iniciar la politica de un mundo mejor para todos, empezando a entender la revolución de las edades, el violento contraste entre sociedades, todo ello dentro de un esquema de preservar la vida y su sostenibilidad, evitando malas prácticas y adoptando energías que eviten la contaminación y el cambio climatico, pero todo esto es a escala exterior, la revolución de las edades impone un giro copernicano mental, psicológico, ético, una nueva sociedad del mundo del espíritu. Tarea muy ardua a realizar en un mundo en perpetuo movimiento, pero nuestros esquemas mentales tienen que cambiar.
Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
