Llevado por mi afición al cine y mi curiosidad en bucear en las aguas turbias nacionalistas he visto últimamente dos películas euskaldunas, en una titulada "Handia" un gigante guipuzcoano de la época de la carlistada nos ofrecía una visión de un caserío idílico llevado a la perdición por la guerra, que les es impuesta y la avaricia de los otros, ni que decir que no se habla de España y se nos exhibe a una joven reina Isabel II, interesada por ver la virilidad de este monstruo llevado de feria en feria, concluyendo de vuelta al caserío, pongamesle la música de Guridi y quedará muy folklórico.
La segunda "La higuera de los cobardes" protagonizada por Karra Elejalde, el de los apellidos vascos y el anuncio de las gulas, es una perfecta radiografía del nacionalismo abertzale y también del catalán. Destaca una obsesión enfermiza por caricaturizar el franquismo, el falangismo y el nacionalcatolicismo, presentando paseos de democratas y asesinatos alevosos, ridículas procesiones patrióticas, las camaradas de la Seccion femenina retratadas como prostitutas, niños de fusilados obligados a ir al Seminario, curas carlistas intolerantes dispuestos a erradicar el mal a toda costa, mujeres vascas fieles y abnegadas sin tacha, jefes de empresa explotadores metidos en política por Dios y por España y un falangista torturandose la mente por saber que es eso "de la proyección universal", que son sus últimas palabras antes de ser ahorcado por sus camaradas. Todo este disparate financiado por los gobiernos vasco y navarro y con participación, se supone entusiasta de la policía y del pueblo de Guecho felices de participar en esta mascarada y en tierras donde los democratas etarras sembraron de dolor y muerte a las fuerzas de ocupación y a los fachas españolistas, que tan bien nos ha narrado la novela Patria, que por cierto ha llegado a su tercera edición en Italia.
Esta obsesión por la dictadura franquista se palpa también en Cataluña donde los independentistas describen a Rajoy y compañía, incluido a Joan Manuel Serrat, como fachas, sin reconocer que son demócratas, que defienden la Constitución y las leyes frente a los totalitarios, los liberticidas, los verdaderos fascistas del Siglo XXI, que son estos retrógrados xenofobos sembradoras de odio y que para más INRI invocan libertad y democracia, cuando son sus sepultureros.
Todos somos culpables, hemos mirado hacia otra parte, mientras los nacionalistas se ocupaban de "educar" a los escolares con la falsificación de la historia y con una interpretación maniquea de la cultura, presentado la lengua propia, no como símbolo de unión,sino de división. Los sucesivos gobiernos que apuntalaban las minorias del PSOE y del PP han gozado del privilegio de inventar un pasado y de proyectar un futuro disparatado de Insulas Baratarias, dentro de Europa.
Necesitaríamos una brigada de psicoanalistas argentinos, bien aguerridos y de profesion freudiana para examinar el porque de la obcecación de esta gente y su cerrazón en repetir una y otra vez los pensamientos franquistas y estar enquistados hasta la médula de un ideario fascista. Probablemente les gustaría identificarse con estos prototipos en que se descubren a si mismos carlitos el tramposo, el astuto artur, el pio Junqueras y la joseantoniana Marta, todos ellos unidos en lo universal.
Joaquin Antuña
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