Estamos en un momento de bajada de fiebre, un compás de espera, que en Estados Unidos se caracteriza por el polémico recorte de impuestos que proponen el fantasista Presidente Trump y el Partido Republicano que Jeffrey Sachs califica como "un robo a mano armada" y en España la cuestión catalana esta en un callejón sin salida, con la formación de las listas para las elecciones del 21 de diciembre y las payasadas de Puigdemont en Bruselas. Sobre estos temas encallados, se proyecta una cienaga, en la que una vez atrapados es difícil salir. Los impuestos que benefician a los más ricos con la promesa de que el auge económico favorecerá a las clases medias y a los pobres, no se sustentan según Sachs, son una cortina de humo para justificar medidas que incrementan la desigualdad y empobrecen las infraestructuras y las prestaciones sociales. Los oídos sordos de los independentistas, que no se guían por certidumbres sino que se alimentan con el pienso enfangado de sus mentiras repetidas hasta la saciedad. Unos y otros allende los mares del Atlántico y del Mediterráneo están estancados en sus trincheras, tipo primera guerra mundial, son dolorosos Verdunes. No se avanza. Quienes defienden la bondad de bajar los impuestos a los más ricos, no se apean del burro y quienes piensan que la independencia será su Arcadia, su Jauja siguen creyendolo a pies juntillas. Es un compás de espera, que se prolonga demasiado, los argumentos resbalan, prima la fe del carbonero. Hace falta un
potente desatascador, para evitar males mayores, pero ambos bandos están faltos de resuello, de aliento, paralizados por la maligna serpiente. No es tiempo de protestas. Es tiempo de ideas, de propuestas, de planes, de iniciativas, de acción, para salir de esta endiablada escalera de caracol, y ver la luz al fondo del túnel. Al Presidente Truman se atribuye la diferencia entre el político y el estadista, el primero esgrime sus tácticas y estrategias para ganar las elecciones, el segundo abre un surco para las futuras generaciones. Se necesitan menos políticos y más estadistas. Mientras tanto unos y otros predicarán en el desierto y se convencerá de sus propios argumentos, sin alejarse ni un palmo de sus propias convicciones. Compás de espera.
Joaquín Antuña
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