jueves, 25 de abril de 2024
Un hermanamiento gastronómico entre Casa Manolo y Armando al Pantheon se celebró en Roma el 4 de noviembre, Día de las Fuerzas Armadas y de la Unidad de Italia. Dos reputados restaurantes de Madrid y de Roma, dos centros de cultura y de buen yantar. Toda unión necesita un oficiante, y sin consultar a nadie me he ofrecido, ya que en ambos Mesones han tenido la amabilidad de ponerme un apodo, "El guaje" en Casa Manolo y "Il Califfo" en Armando al Pantheon. José Ramón y Claudio así me bautizaron y no puedo resistirme la tentación de hermanarlos. Para mis maravillosos amigos lucenses decirles que José Ramón es también de Lugo, sus ascendentes y sus descendientes, entre ellos el reputado pirata, que sigue la saga familiar que data de 1934. Claudio es la segunda generación de restauradores, que inauguró su tío Armando en los años 50 y su hija Fabiana está ya al quite, por ambas casas han pasado intelectuales, políticos y actores. Es bueno pues que se hermanen y sean consulados de la buena mesa, tanto en España como en Italia. Claudio me pregunta por la situación catalana, que inunda informativos visuales y escritos. Le explico que está revolución de las sonrisas es un intento de golpe de estado puro y duro. Sería como si aquí en Italia réplica Claudio se nos quisiera ir Lombardia, para desentenderse de los demás italianos. Ayer llovió, hoy Roma en cambio es la del 
veranillo de San Martín que canto Gabriele D'Annunzio. En mi paseo por el centro lleno de asiáticos me he encontrado en la Plaza del Popolo a una pareja de Zaragoza, con una hija Erasmus, para mi desilusión son de Podemos, el populismo es el mal de Europa. Hay muchas bandas con vistosos uniformes que interpretan alegres himnos militares. Se festeja el armisticio de la Gran Guerra. Los uniformes vistosos e impecables. recuerdo lo que me dijo el embajador de Croacia en Irán, los italianos tendrían el peor ejército del mundo, si no existiera el ejército rumano. No se lo cuento a Claudio, autor de libros de cocina romana y gran hincha de la Roma, no quiero que pierda su marcialidad de gran chef. José Ramón cuando hace su "tour de charme" nunca se olvida del Marqués de tuercas, de Don Carlos y de El guaje. Me ha prologado un libro de mis crónicas y esto siempre se agradece. Alguien me saca el santo y seña de las andanzas del taimado Puigdemont y me hago el sordo, bebo un sorbo de vino blanco de Frascati, de estos Castelli romani, tan llenos de viñas y de siglos de historia. Carpe Diem. Vivamos al día y alegremosnos de tener buenos amigos como Claudio y José Ramón.
