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Rizar el rizo

martes, 17 de octubre de 2017
La capacidad de astucia de los catalanes, es inagotable y su enorme habilidad para confundir a todos y también a sí mismos, tienen una fantasía fuera de lo corriente, son capaces de decirte una cosa y la Rizar el rizocontraria en cinco minutos. El espectáculo del Parlament en el día de la prometida y soñada independencia fue increíble. Puigdemont y Oriol Junqueras con sus susurros y miradas veladas parecían la viuda alegre y el príncipe Danilo en sus famosos escarceos de la gran Opereta Vienesa. No se pude decir más sin decir menos, le faltaba solo el abanico al hombre del flequillo. Los anarcomunistas y pasotas de la CUP pasaban de los delirios de Violeta en la Traviatta a la amargura profunda cuando Alfredo, en este caso Carles, les deja plantados.

Aquí el padre de Alfredo lo interpretaron los directores de la Caixa y del Sabadell que advirtieron a los líderes insurgentes que su hija, es decir, la economía catalana, no iba a encontrar marido y podría quedarse para vestir santos.

La muchedumbre que Voltaire definía como la canaille pasaron del gozo al sobresalto y luego a la tristeza y alguno de ellos, invocó al Che Guevara; aquí nos habría hecho falta uno así o un Robespierre cortacabezas o también un Garibaldi, aunque este se desvió de sus campañas por la independencia y entregó la corona a un rey de Saboya. Tal era el frenesí revolucionario y la desolación ante las palabras del pillastre Puigdemont que se quedaron literalmente turulatos.

Mientras tanto, el Hamlet de Pontevedra con su Juana de Arco, particular, la gentil Soraya y el motorista Moragas, rumiaban la gran venganza, Rajoy que es un maestro de medir los tiempos, comprendía que era el momento de poner punto final a esta farsa mediterránea, a esta ingesta bullabesa, tan distinta del rudo marmitako euzkaldun.

Sin embargo, cazar a estos escurridizos mediterráneos no es tarea fácil, ni siquiera invocando a San Froilán, como hicimos ayer. Son como el azogue que se forma y se deforma, que es escurridizo, que aspira a ser algo, aunque no es nada. En este juego de acción reacción de la política menuda, se está jugando nada más y nada menos que la unidad de uno de los países más antiguos de Europa y tenemos todos los elementos para una partida de ajedrez en que los peones son torres, los caballos alfiles. Han renunciado al juego de las damas porque la lucha contra el machismo, condena irremediablemente a este juego, sobre todo en una época en que lo más elegante, lo más exquisito es ser trans.

Las opiniones son dispares cuando no existe liderazgo, si Alejandro Magno hubiera convocado a los círculos de Podemos y a la Colau, para decidir si cortaba o no el nudo gordiano, no hubiera podido hacer nada ante este akelarre de consejos y de ocurrencias disparatadas.

Creo que Rajoy, en vez de leer a Balmes y su criterio, debería releerse el Príncipe del Florentino Maquiavelo. En todo caso, esta independencia a plazos que nos han cocinado los catalanes, con pilota incluida, ésta última la preparan los del Barsa. Hay que tomarla muy en serio y no caer en las trampas para tontos ya que los zorros son ellos que se esconden día a día.

Sigo creyendo, que las dos patas de los revolucionarios, los de la Asamblea Nacional Catalana y los de Omnium Cultural que necesitan la épica, aunque sea ramplona y chabacana, aspiran a enfrentamientos ciudadanos en que los odiosos invasores les den para el pelo y puedan entonar gorgoritos del más puro victimismo. Del uno de octubre solo han sacado un herido grave, cuando ellos fueron los causantes de la orden judicial de desmantelar el referendun ilegal. Ahora necesitan incendiar las calles para cosechar contusionados, heridos y esperemos que no, algún que otro muerto, que pasarían triunfalmente como hacen los palestinos.

Estos mediterráneos son inagotables, son trapisondistas por naturaleza, como describe Cervantes, nos tienen tomado la medida al resto de los españoles y se deleitan en tomarnos el pelo, nos toman por sus monigotes particulares. Están acostumbrados a pegar estos grotescos monigotes en las espaldas, en esto los culés, son grandes especialistas, de todos los españoles. Al querer independizarse se quedarían huérfanos de sus marionetas, que a los caganés les producen tanto alborozo. Hacemos bien en no dejar que se vayan, se quedarían muy tristes, sin pitar nuestros himnos nacionales, sin insultarnos, sin menospreciarnos, por lo que no les debemos facilitar la tarea por su higiene mental. No podemos privarles de sus cobayas a los que venden cava y hasta lotería.

El Hamlet de Pontevedra duda en empuñar un garrote, le ha pedido a Nadal que el gran tenista, que le enseñe a usarlo para como aconsejan ciertos imanes, golpear a Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Colau y Trapero respetando sus partes nobles, aunque sea una lástima, que estos seres tramposos con miles dobleces, puedan reproducirse.

Estamos, amigos lucenses en una remozada comedia del arte en que todos estos personajes, interpretan todos los papeles y se cambian de identidad todo el tiempo. Son maestros en el arte de rizar el rizo.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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