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El día después

martes, 03 de octubre de 2017
Pasado el día 1 de octubre, con sus turbulencias, los enfrentamientos y las escaramuzas, nos enfrentamos todos, tanto el gobierno como las instituciones y los ciudadanos, ante el qué hacer, se produzca o no la declaración unilateral de independencia. Hay dos posturas definidas, el entreguismo y la resistencia. Quedé muy sorprendido cuando el director del Real Instituto Elcano Charles Powell me dijo con ocasión de la Presidencia Búlgara de la U.E. que había que darles algo a los independentistas y que ese algo era, concederles un El día despuésreferéndum pactado. Entreguismo puro y duro.

Se rumorea también, que Pedro Sánchez, condicionado por el PSC, desea pactar también un referéndum. Más de lo mismo. Creo que sería disparatado premiar a los golpistas con una muy posible independencia de Cataluña. Estimo que el ejemplo a seguir es el de Margaret Thatcher cuando el problema de las Malvinas movilizó, nada menos, que a la flota británica. No se trata en este caso de involucrar al ejército sino de aplicar, como propone Felipe González, el artículo 155 de la Constitución, y de adoptar una política de resistencia. Hindenburg cedió ante Hitler y sus masas enloquecidas.

Victor Manuel II, se entregó a Mussolini y sinceramente, no es ejemplo a seguir. España tiene que defender sus intereses y no puede permitir la amputación de una parte importante de su territorio que ya hace dos mil años se llamaba Hispania.

Por otra parte, por patriotismo europeo no se puede crear una especie de Albania dentro de Europa, para muestra un botón, sin hablar de los anarquistas de la CUP, Junqueras ha amenazado con desestabilizar el Euro. No se dan las condiciones de celebrar un referéndum ante niños y universitarios adotrinados como en Corea del Norte por los agitadores profesionales. Creo que quien defienda en los momentos actuales un referéndum es, y no me molesta decirlo, un vendepatrias. No cabe frivolidad. Los cuarenta años de dictadura franquista demuestran los peligros de instalar un régimen totalitario en el sur de Europa. Se necesita una labor de reeducación en Cataluña.

El periódico El País, publicó las diez mentiras de la propaganda independentista. Recordemos cuando en el Reino Unido, se suspendió la Autonomía de Irlanda del Norte y cuando en España se prohibió a Herri Batasuna. Las manifestaciones de protesta perdieron fuelle y se impuso el sentido común. Es indispensable que se controle las subvenciones a los grupos radicales que atentan contra la Constitución Española.

Reconozcamos que en la Transición los catalanes, por no hablar de otros, nos dieron el timo de la estampita, no estaban contra Franco y la dictadura, ni querían una democracia, sino que el lema del padre de la Patria, Jordi Pujol, era paciencia e independencia. Se precisa firmeza. He echado en falta un pronunciamiento solemne del Rey Felipe VI como hizo su padre ante el 23-F ante la Nación Española.

Se han sobrepasado los límites tolerables, se ha consentido los silbidos, los insultos, las quemas de símbolos e injuriado al Rey que es el Jefe del Estado, se ha creado un clima pre-revolucionario atizado por los populistas y tiene que llegar un momento de decir basta como en el caso de la reinserción de los etarras, se plantea también la vuelta a la vida cotidiana de los profesionales de la agitación. No puede haber más concesiones. Somos un país muy descentralizado y es imposible dar un paso más asomándonos al precipicio.

Es cierto que hace falta liderazgo y que es mucha carga para nuestro gris pero muy tenaz registrador de la propiedad. Sin embargo, cuando la nave está a la deriva es impensable cambiar al capitán. Tendremos que aprender a ser equilibristas, reinventar unos líderes y desde luego, no ceder.

Cataluña no sería nada sin ese más del cincuenta por ciento de extremeños, andaluces, murcianos, que se han dejado la piel, trabajando en las industrias en esta región que no olvidemos que no ha sido nunca un país independiente.

Dejándonos de disquisiciones históricas, debemos defender lo nuestro, que es la unidad de todos, ya entrarán en razón, si no, al tiempo. Todo ello sin métodos violentos, ms allá de lo que se impone en el cumplimiento de las leyes, pero de forma eficaz. Es la asignatura pendiente de un patriotismo español tan vituperado y tan necesario en este momento.

No al entreguismo.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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