Alguien enseñó en la tele el mapa del antiguo reino suevo y esta mañana la aldea andaba revolucionada con la independencia y con la raza de los que nos precedieron en el paraíso que habitamos. La culpa de todo la tuvo el espléndido amanecer que nos echó de la cama y también la TVG, anoche, cuando contó el maridaje de Anova y la CUP.
La formación beirista parece verse en el espejo catalán que le tendió Anna Gabriel, esa diputada del flequillo; así que estos días de tanto follón en Cataluña, los seguidores de Beiras, tratan de convencer a todo el mundo, incluso a los de En Marea y a los de Podemos, sus socios, de que Galicia, por su historia, tiene que ser independiente. Y ahí queda la cosa
de momento.
Porque no está claro aún si, cuando seamos independientes, nos consideraremos galaicos y cada pueblo se administrará por sí mismo, sin nación ni líder.
Si por el contrario elegimos ser descendientes de los celtas y un caudillo agruparía bajo su mando a todas las tribus.
O si seguimos el ejemplo romano y votamos a un auténtico emperador que nos lance a la conquista del mundo, dada nuestra vocación emigrante.
O si preferimos imitar a los suevos que nos sometieron y crearon un reino para que pudiéramos elegir rey a Hemerico, el que echó de nuestras tierras a los asdingios y anexionó al Minho portugués desde Tui hasta Braga.
Lo que no me aparece en nuestra historia, antes de que los reyes mal llamados católicos nos obligasen a ser españoles, es una república. No la encuentro, chicos, no está en los libros.
Así que los del BNG han de hacerse mirar el sistema político que elegiremos allá para el tercer milenio, si es que el planeta sigue vivo y Rajoy ya no está en la Moncloa.
Pero que lo sepáis y os quede claro: nosotros, los gallegos, habitantes del paraíso, somos lo que somos. Como dice Manuel
- Somos unha tropa do carallo.
