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Una heroína del Siglo XXI

martes, 19 de septiembre de 2017
Una herona del Siglo XXI Lorena Enebral, la fisioterapeuta madrileña, forma parte a su pesar, de la Legión de Héroes de la Solidaridad. Recordarán los amables lectores la crónica dedicada a los cooperantes de la Fundación Vicente Ferrer que murieron en un accidente de tráfico en la India. He tenido la suerte de vivir en primera persona los años dorados de la Cooperación Internacional en que los cooperantes eran recibidos con brazos abiertos tanto por las poblaciones como por los gobiernos de estas regiones desfavorecidas del mundo.

Recuerdo particularmente, la primera misión humanitaria en Mauritania, en ese país que parecía salido del pasado con su costumbrismo, exotismo y su candor que emprendió Paz y Cooperación y otra misión a Jerusalén fomentada por el Instituto de Cooperación con el mundo árabe, dirigido por Miguel Ángel Moratinos para fomentar el apoyo humanitario a los palestinos. Desde entonces las cosas han cambiado radicalmente.

Los protagonistas que entonces teníamos sinceros ideales humanitarios aunque puede ser que muy ingenuos, se han convertido muchos de ellos en agentes de una revolución mundial bajo el lema “otro mundo es posible” además, estamos en una guerra larvada entre “los cruzados y los yihadistas” que tiñe de rojo sangre, ciudades y poblados de medio mundo. Añadamos también que hay países con vocación totalitaria que no aceptan las injerencias extranjeras; un panorama muy complicado.

El cooperante ha pasado de ser un Boy Scout bien acogido y arropado a ser un áspero Una heroína del Siglo XXIactivista que se juega la vida. Si a esto añadimos las tendencias corporativas y reivindicaciones sindicales nos encontramos en una realidad muy distinta a los felices años de las últimas décadas del Siglo XX.

El caso de esta gran mujer, Lorena Enebral, esta espléndida joven segoviana que tenía unas ganas de ayudar extraordinarias y que como recuerda María Palacios, directora del Centro de Rehabilitación Infantil Contigo de Aravaca, “tenía un Don especial para atender a los niños discapacitados”.

Lorena estaba trabajando en el Centro Ortopédico del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Mazar-i-Sharif, al Norte de Afganistan. Llevaba trabajando desde mayo de 2016 y antes había colaborado con distintas organizaciones humanitarias en Etiopía y Uganda. Había seguido en este país en permanente efervescencia a pesar de que seis colegas suyos habían sido asesinados y otros tres cooperantes de Cruz Roja, secuestrados. La describen como muy alegre, risueña, muy generosa y apasionada por rehabilitar a seres amputados o condenados a las sillas de ruedas a perpetuidad.

El CICR tiene actualmente siete centros de rehabilitación que fabrica más de diecinueve mil miembros artificiales al año, desde brazos a otros dispositivos ortopédicos y atienden a cientos de miles de pacientes, según informa Javier Casqueiro en El País.

El asesino, Muhammad Naseem, de 22 años era un paciente del centro que frecuentaba nada menos desde hace 19 años, una víctima más de este cruento conflicto. Escondió una pistola y al llegar al centro descerrajó un solo tiro que bastó para acabar con la vida de Lorena.

Tuve ocasión de colaborar con Cruz Roja durante la presidencia de Enrique de la Mata, un hombre magnífico, muy abierto a la sociedad y a sus legítimas aspiraciones cuando todavía el ecologismo y el feminismo no se habían convertido en religión y en dogma. Se aspiraba a…, no se tenía la fe del carbonero.

En los primeros balbuceos del movimiento ecologista, después de la visita de Petra Kelly, la líder de los verdes alemanes, me llenó de estupor que en la reunión de Dos Hermanas, en Sevilla, Els Verts, no se sentían españoles sino sólo catalanes, mientras que ecologistas euzkaldunes y gallegos hacían lo propio y entonces el ecologismo era un Reino de Taifas. Algo difícil de digerir, es decir, chocaban con el universalismo.

Lorena, veía a los seres humanos como personas a las que había que ayudar más allá de las ideologías y las religiones y había recalado en Cruz Roja, esta benemérita organización, fundada por Henry Dunant, cuyos cuatro principios fundamentales son la Humanidad, la Imparcialidad, la Neutralidad y la Independencia. Esta unidad y universalidad se refuerza con Convenios internacionales con los Estados y Organismos Internacionales, alejándose de un humanitarismo utópico. Su origen se remonta a la batalla de Solferino de 1859 en que más de cuarenta mil soldados franceses, piamonteses y austriacos yacieron muertos o heridos sin ningún tipo de atención médica. Henry Dunant, un hombre de negocios, que coordinó la atención de los moribundos y observó sus condiciones infrahumanas, decidió promover la creación de la Cruz Roja Internacional. Posteriormente, signo de los tiempos, la Cruz Roja se desdobló, en media luna roja,

Enrique de la Mata, presidió este organismo radicado en Ginebra, cuyo símbolo es la Bandera Suiza invertida y que sabe aunar las pulsiones humanitarias tanto de la Sociedad de Naciones como de la actual Naciones Unidas y que aprovecha la organización y la logística de los ejércitos. Es cierto que un ejército no es una ONG pero la actuación de los Cascos Azules y de los destacamentos españoles en veintiún conflictos, tienen un lado humanitario muy importante.

La Coordinadora del Consejo Internacional de Paz y Cooperación Noelia Silva, con madre inglesa, es una abogada de atención a refugiados en Baleares y representa perfectamente el espíritu humanitario con un realismo pragmático y me comentaba que han guardado un minuto de silencio y han recordado con sentidas palabras a Lorena Enebral, cuyo cuerpo ha sido repatriado por el Ministerio de Defensa y el Norte de Castilla recoge las declaraciones del Vicepresidente de Cruz Roja en Segovia quien ha indicado que “los ataques recurrentes a la labor humanitaria que desarrolla la organización la reafirma en sus principios y en el compromiso con las personas con las que trabaja”.

Las personas humanitarias del estilo de la Señora Enebral tienen un carisma especial del que fui testigo estando en contacto en Italia con los voluntarios de la Cruz de Malta que acompañaban a los enfermos al Santuario de Lourdes o aquél piloto de Alitalia cuyas vacaciones las dedicaba a un modesto anciano en silla de ruedas que vivía en un tercer piso, sin ascensor. Es algo indefinible de aquellas personas que tienen al descubierto sus teclas de solidaridad, de fraternidad, de amor hacia los demás.

Gracias Lorena, nos has brindado a todos el ejemplo del sacrificio, del compromiso, en tu honor, lancemos al aire una rosa multicolor o como los orientales, a alguno de esos ríos caudalosos asiáticos o más simplemente hagamos una buena acción diaria como enseñaba Robert Baden-Powell y que debieran practicar los hijos del Coran, del Evangelio, de la Torá y demás libros sagrados.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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