Frankestein está de moda

En España todavía estamos bajo la impresión de los atentados en Cataluña y del ridículo internacional que hemos hecho, mientras en Estados Unidos nuestro oráculo particular el profesor Jeffrey Sachs va a la raíz del problema creado por ellos mismos para combatir a los rusos en Afganistán. Este país de guerreros y pastores, de una austeridad, inimaginable para nuestras sociedades hedonistas, con un paisaje de montañas descarnadas y de hombres rudos y mujeres semiesclavas, todos encadenados a una sharia, una ley coránica despiadada, como el Antiguo Testamento cristiano. En 1979 la CIA, nos recuerda Sachs, financiaron a los yihadistas que conjuntamente con los mujaidines, literalmente los combatientes patrióticos, constituyeron Al Quaeda para luchar contra los soviéticos. A partir de 1990 se levantarán también contra los americanos. Es una guerra que dura más de 40 años y que siembra de atentados terroristas medio mundo. Es el Frankestein de Estados Unidos, que condena lo que ayudo a crear y que cuando Obama abate, la cruel palabra de moda, a Osama Bin Laden, está ejecutando a su antiguo aliado. Como si un buen día Oriol Junqueras extermina a los desarrapados de la CUP, estará siguiendo la lógica revolucionaria de devorar a sus propios hijos, pero prescindamos del guiñol catalán y de ese conjunto de descarados y de cobardes que pueblan nuestra fauna ibérica y volvamos a escudriñar en las raíces del terrorismo actual. Donald Trump aconsejado por sus tres generales de cabecera ha decidido incrementar su presencia en este país que nos devuelve al medioevo con sus místicos fanáticos que empuñan los Kalasnikof que heredaron de los rusos. Nos recuerda Jeffrey que Clemenceau decía que la guerra era demasiado sería para dejarla a los militares. Sarcasmos a parte, estamos en una guerra ideológica como la que conducen los talibanes de la CUP aplaudidos por los bienpensantes independentistas. Querido Jeffrey nuestros fantasmas se cruzan los tuyos en Vietnam, Afganistán, en Irak, en Siria y en Libia y los míos en Cataluña donde mi padre vivió y trabajó durante 27 años en Barcelona. Tu ves la credibilidad y la gobernanza, que palabro, de Estados Unidos por los suelos y yo veo un naufragio para España en este duelo entre descerebrados y cobardes, como es posible que los constitucionalistas no se aliaran para apoyar al rey con sus banderas y aplausos en el Paseo de Gracia, no hay un Rubalcaba en sus filas que aupó a Zapatero al gobierno. Tu llaga es mayor porque los Estados Unidos fabricantes de nuevos derechos humanos se tambalean en su proclamado liderazgo del mundo libre. La mía es dolorosa porque me empuja a formar parte de la Tercera España de Salvador de Madariaga. Sacados nuestros cadáveres del armario sigamos con las reflexiones del ilustre profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York, quien nos alecciona con la máxima aristotélica que la política debe basarse en la ética y el bien común, lo que es agua de borrajas para sus líderes militares que aspiran a vencer en guerras imposibles y para sus estrategas económicos que desean apropiarse de recursos energéticos, todo lo demás no cuenta, aquí en Celtiberia las preocupaciones son más modestas, se cifran en como repartirse los despojos de La Moncloa y dar un puntapié a Rajoy, pobre Aristóteles que mal te tratamos entre todos en Estados Unidos y en España. Frankestein está de moda.