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Persia y Estados Unidos

miércoles, 09 de agosto de 2017
Persia y Estados Unidos Una nación con tres milenios y un país con tres siglos. Persia y Estados Unidos. En su búsqueda por replantear el papel ‎de su país, que se ha arrogado el papel de gendarme del mundo, nuestro interlocutor en Nueva York Jeffrey Sachs, el intrépido profesor de la Universidad de Columbia, analiza las relaciones del moderno Irán con los Estados Unidos. Hace historia reciente, que se remonta al apoyo angloamericano al golpe de Estado del Sha Reza Pahlavi en 1953, para preservar el valioso petróleo irani e impedir su nacionalización por Mohammad Mosaddeq. Este régimen prooccidental fue derrocado a su vez en 1979 por la Revolución Islámica. Estamos al comienzo de la presidencia Carter, el maestro de todos los mediadores al frente de la fundación que lleva su nombre y que entonces, recién nombrado presidente, se enfrentó a la crisis de los rehenes que duró 444 días y que supuso un sobresalto similar al de 11 M. Para muchos americanos resultó incomprensible este ataque de estudiantes iranies y no comprendieron, según Sachs, que se trataba de un ajuste de cuentas. El nuevo régimen del Ayatola Jomeini rechazaba un pasado de represión de la religión y de las tradiciones de su país.

Dando un salto en el tiempo, el presidente Obama, con mucha habilidad, consiguió restablecer las buenas relaciones con Irán frenando su programa nuclear y capitalizando ‎el buen trabajo realizado por Mohamed el-Baradei, el diplomático egipcio que fue director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica quién, por su labor, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Se trataba de impedir el nacimiento de una vigorosa potencia nuclear. La llegada de Donald Trump ha sido la del elefante en la cacharreria. Donald pone en entredicho la política de amistad y acusa a Irán de ser la punta de lanza del terrorismo en su región. El plato de lentejas, las treinta monedas, fue un suculento contrato de armas con Arabia Saudí de 110000 millones de dolares y apoyando decididamente a la coalición anti Qatar en la que están alineados Egipto, Bahrein, Emiratos Árabes junto a Arabia Saudí. Mezclarse en el avispero de sunitas y chiitas es una temeridad que Bush padre soslayó perfectamente al apoyar a la liberacion de Kuwait pero sin ir más allá. La cruenta guerra entre Iraq e Irán ha dejado muchos resentimientos contra Estados Unidos aunque, paradojicamente en Irán, y recuerdo mi visita a este próspero y desarrollado país existen fuertes lazos, incluso de sangre con los Estados Unidos. Los iranies no son árabes, se reclaman herederos de la antigua Persia y su cultura milenaria y, con quien hables, todos parecen tener parientes en Estados Unidos. Trump incluso les niega el visado y la nacionalidad a sus descendientes en América. Una bofetada más de este grandullón y este bocazas instalado en la Casa Blanca como reacciónal buenismo del Santo Negro que fue Obama. Blancos al poder. América lo primero. Estados Unidos debería utilizar su poderío económico-militar en tratar de ser un apaciguador universal apoyando en esta tarea a las Naciones Unidas.

Volviendo a Sachs y a su artículo en que denuncia sin ambages el peligro que representa para la paz la insensata política de Trump respecto a Irán, condena también las injerencias de su país en Oriente Medio y la defensa a ultranza de Israel. Curiosamente, en Estados Unidos los demócratas hacen las guerras y los republicanos sellan las paces. Sachs no analiza esta contradicción que, sin duda, merecerá otro artículo.

En Europa nos quejamos a menudo de la presencia de Estados Unidos pero no queremos que este gran país se aisle. ‎El aislacionismo nos dejaria indefensos ante las grandes potencias de China y Rusia y huérfanos ante los retos planetarios. Se necesita lograr un equilibrio para la paz mundial y de ahí la importancia de Naciones Unidas. Con un piromano en la Casa Blanca el planeta está en peligro. Esperemos que de la diversión del show business no se pase al sangriento circo romano.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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