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La antiparras ideológicas

viernes, 28 de julio de 2017
Sin duda, en mayor o menor grado, todos usamos antiparras ideológicas que, desgraciadamente, y a veces, nos dificultan la visión objetiva de la cosas. La ideología, cuando se aferra a ultranza a sus principios, nubla el pensamiento y ofusca las posturas dañando, con frecuencia y tristemente, no sólo la solución de los problemas, sino también las relaciones personales.

Sin duda, hay factores determinantes de cada postura ideológica como pueden ser los antecedentes familiares, la ubicación geográfica, la formación individual libre o adoctrinada, la inquietud personal o la permeabilidad o no del individuo para las ideas ajenas, es decir, el carácter transigente o intransigente del individuo…Si a esto añadimos la personalidad, grande o nula, la capacidad de lucha, grande o nula, la comodidad o el inconformismo… vamos creando una amalgama que nos aumentan o disminuyen las dioptrías y nos llevan a posturas personales unas veces convergentes, otras opuestas, aunque sea en el ámbito familiar. ¡Cuántos casos conocemos de padres e hijos, o entre hermanos, en los que las posturas ideológicas han dañado lo más sagrado como pueden ser los lazos familiares y afectivos!

Decía que el ambiente familiar influye mucho. Las experiencias de los mayores, sus principios, su posicionamiento… siempre marcan al individuo y dejan en ellos un poso, o ADN político, que lo predispone, por ejemplo, para la honradez y en otros casos para una permisividad que acaba en la delincuencia.

Otro factor es la ubicación geográfica. Un madrileño, por ejemplo, no entiende,lógicamente, el pensamiento nacionalista. Ese amor al terruño, al idioma, a defender lo propio y reclamar lo justo, la idiosincrasia gallega, por ejemplo, no es apenas perceptible cuando se vive en Lavapiés y es que, además, se desconoce la realidad de las situaciones que un nativo puede observar.

La formación es clave en todo el proceso. A mayor formación, el hombre se convierte en más tolerante, que no quiere decir indiferente, tiene una visión más cosmopolita, sabe cómo funcionan el mundo empresarial y con ello la economía, ve la evolución y vislumbra el futuro, relativiza las ideologías, encuentra otras vías de desarrollo personal y camina por senderos en los que la actividad política resulta tangencial.

Si esta formación ha sido manipulada por padres o educadores entonces es cuando realmente hay peligro. Porque cualquier intento de objetividad se encontrará con el muro creado por personas poco respetuosas con el pensamiento de los jóvenes. Y ese muro ideológico, esa intransigencia, creará conflictos y llevará a los individuos al radicalismo más excluyente y hasta la frustración personal.

La inquietud personal o el conformismo son dos posturas antagónicas. Todos sabemos que en la sociedad hay unas clases sociales y, sobre todo, una competencia desaforada por el dinero. Se suben o bajan escalones en la clase social en función del dinero, y hasta se cambian los nombres y otras estupideces fruto de la presunción; pero la personalidad, como el cariño verdadero de la canción, ni se compra ni se vende por más intentos que hagan los cretinos por conseguirla.

La personalidad es patrimonio de aquellas personas que son coherentes consigo mismas, que defienden sus posturas y escuchan con respeto las ajenas, son las persona s que viven acorde a sus pensamientos y no necesitan palestras ni para exponer sus ideas ni ser aplaudidas , son las que creen que en la fuerza de si mismos. Son los que luchan, en la parcela que les corresponde, por cambiar las cosas que no les gustan, son los que a pesar de la edad, no descansan ni se escudan en disculpas para la inactividad. Después están los zombis. Esos individuos que andan por la calle, vestidos de maniquís, presumiendo de dinero, chalet y otras vanidades, son los que alteran en los sitios elegantes y mendigan, con discreción, favores para negocios o políticos sin importar ideología alguna. Sí, trata de tener personalidad, pero tienen que cambiar las antiparras y ver que la personalidad y la cuenta corriente pueden ser hasta antagónicas. Y eso no lo entienden. Y es que la comodidad, el pasotismo, la indiferencia, la inactividad sólo produce frustración y hastío.

Bueno es ir al oculista de vez en cuando para graduarnos la vista para encontrar, como Diógenes, la verdad, que no es otra cosa que la objetividad y…nos hace falta.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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