Por una vez todo el parlamento español se ha puesto de acuerdo en aprobar un plan nacional contra la violencia machista que consta nada menos que de 200 medidas y tiene un presupuesto de mil millones para los próximos cinco años.
No se puede dudar de la buena fe de los firmantes ni de la repulsa que causan los episodios de violencia que conmueven a la opinión pública y que dejan desprotegidas a las víctimas. Sin embargo me asombra la propia falta de capacidad de síntesis que tienen nuestros políticos, especialmente los de Ciudadanos con sus centenarias propuestas. Probablemente las reuniones de las comisiones que han elaborado este documento mamotreto consistieron en una descarga cerebral o tormenta de ideas en que cada cual desgranababa sus ideas y ocurrencias. Se imaginan queridos lectores cuantas tablas de piedra hubiera tenido que cargar el bueno de Abraham con sus, en este caso, Tablas de la Ley que podrían haber contenido 347 mandamientos por ejemplo. No está de moda, en tiempos en que la religión imperante es la ecología, sacar a colación lo de ama a tu prójimo como a ti mismo.
Estos expertos tendrían que tender a buscar la armonía entre los sexos y a evitar el enfoque que roza el ridículo de que todo se debe a la violencia machista. Para los cultos como Macron y su primer ministro, hay que mencionar la Sonata Kreutzer de Tolstoi en que se retrata la desesperación de una pareja encadenada hasta la muerte y que narra lucidamente la dependencia emocional que transciende a cualquier época y lugar y que forma parte del lado oscuro de la vida de las parejas y los intríngulis afectivos incorporando a Freud, Adler, Jung y los demás investigadores del alma humana.
Además la mayoría de los asesinos son psicópatas que no pueden evitarlo. Están sometidos a una tensión extrema y les falta la conexión con el mundo exterior. Su egocentrismo es absoluto. A este tipo de personas no creo que puedan afectarles las doscientas medidas propuestas. Mientras los hombres tienden a ejercer violencia física las mujeres tienen como arma la exasperación. En las parejas que llevan muchos años casados es corriente verlas a ellas dando órdenes como si fueran sargentos de regimientos de película.
Por otro lado, frente a esta violencia de género, antiguos crímenes pasionales, en España y en toda Europa se afronta el problema de la crisis de natalidad que en pocos años llevara a la Seguridad Social a un callejón sin salida. Si a las jóvenes se les induce a pensar que los hombres son una especie peligrosa y violenta, es decir, la caricatura del machismo, será cada vez más difícil la existencia de la familia y no digamos de la natalidad. Estoy convencido de que se necesita una educación sentimental para lograr la mayor armonía posible entre las parejas. Los mediadores de conflictos de pareja son un ejemplo de esto. Buscando soluciones acentuando las incompatibilidades y tratando de eliminar los rencores. Es una materia que exige la educación y no la represión. Yo no puedo imponer a mi perro que se convierta en mi gato, seguirá con sus instintos, si no se acabarían los perros, pero se comportara civilizadamente. Los humanos nos parecemos a los animales más de lo que nos creemos. Me imagino que para mi amigo Alfonso que es muy religioso, estas doscientas medidas se resumirían en lo mencionado anteriormente, en amar al prójimo como a ti mismo.
Desconfiad de las personas que no tengan capacidad de síntesis y los que a falta de ideas se refugian en la palabrería y en farragosos documentos, que nadie lee, ni los que lo redactan. Es una lástima que un tema tan importante que afecta a nuestra convivencia social se aborde con un enfoque subjetivo, con un catálogo prolijo y se descarte la educación sentimental, la búsqueda de la armonía. Se exceptúan claro está las medidas tendientes a proteger a las víctimas y a sus descendientes, que son lógicas.
