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Merkel y Reagan

lunes, 24 de julio de 2017
Los asuntos de Estados Unidos nos afectan a todos y en mi correspondencia con el Profesor Sachs, que tiene un sabor a tiempos pasados no tan remotos, en que había intercambios epistolares por temas políticos, sociales y a veces pasionales. Aquí no se trata de las cartas de Antonio Machado a su bella desconocida, sino de correos centrados en temas económicos. Su mujer Sonia, la ilustre pediatra, también profesora en Columbia (Nueva York), tratan dos temas que tienen mucho interés para España y para cualquier país europeo; en uno se refiere a la visión de Alemania no como en monstruo enloquecido del nacismo sino la de Ludwig Van Beethoven y Friedrich Scheiller y su “Oda a la Alegría” que es el himno de Europa, sin olvidar a Heine y a Winckelmann y Merkel y ReaganEichendorf y tantos otros pensadores, poetas y músicos que han engrandecido la literatura y las artes universales. La Alemania de Goethe no tiene nada que ver con la de Hitler.

La canciller Merkel se entronca con esta tradición espiritual y pacífica de Alemania. Por eso, Sachs se imagina cómo hubiera podido celebrarse la reunión del G20 sin la presencia del excéntrico Clown Trump y pinta un cuadro que quizá peque un poco de idílico, pero Sachs es un hombre de la saga de Camelot, un caballero de la tabla redonda, como se hablaba de los Kennedy durante su corta presidencia.

Estos días en la prensa, se habla del encuentro clandestino entre Trump y Putin que se citaron a solas con sus intérpretes sin que se haya revelado de qué hablaron. Donald tiene el síndrome de Putin y de Rusia. Mi lado mundano me dice que cuando Donald organizó el concurso de Miss Universo en Moscú quedó prendado y filmado con las bellezas de piel de cera y ojos azul turquesa, vamos, que perdió el sentido. Fascinación que se trasladó también a personajes como el rudo Tillerman, su actual Secretario de Estado y amigo personal de Putin. Si a esto se añade la singularidad de las reglas políticas de Estados Unidos en que se delimitan los límites de las relaciones con países extranjeros, que en Europa nos parecen incomprensibles, se comprende que este idilio ruso pueda poner en peligro incluso su Presidencia.

Volvamos a la Merkel haciendo de directora del mundo, pongámosle como música, la Tercera Sinfonía de Brahms, tendremos el cuadro completo de libre comercio, compatible con un bienestar social generalizado. Adam Smith y el Canciller Bismark se dan la mano.

En el otro artículo, se aborda lo que los economistas llaman “reaganomics”.

Ronald se impuso con su bajada de impuestos y su desconfianza del Estado. Los ciudadanos pagando pocos impuestos, tenían fondos suficientes para impulsar su vida, sus negocios, su salud, sus estudios y en definitiva su futuro. Sachs no está de acuerdo con que Reagan tuviera una varita mágica e incluso le tilda de gran mentiroso y de que sus políticas económicas, que se definen con la palabreja reaganomis, eran una falsedad. Esta afirmación contradice también a la Escuela de Chicago, cuyas teorías se experimentaron en Chile y su liberalismo a toda costa. Como prueba de que la intervención del Estado no es negativa Jeffrey se saca de la manga nada menos que Aristóteles que nos enseñaba que el fin de la política era la promoción de los intereses comunes y de las virtudes ciudadanas, como hicieron los Padres Fundadores y atribuye a la acción del Estado la América que ganó las guerras, que llegó a la luna, que construyó la bomba atómica, logró la mayor red de autopistas del mundo y consiguió grandes avances en tecnología, sanidad e industria.

El problema ha sido y aquí intervengo yo, que hay sectores que no pueden dejarse al capricho de los ciudadanos sino que tienen que orientarse al bien común, como son la educación, la sanidad y la seguridad social. En Estados Unidos, estos sectores han sido copados por los multimillonarios, cuya genialidad no puede negarse, pero que en su afán de conseguir grandes lucros, dejan de lado el altruismo o lo relegan a fundaciones benéficas.

En resumen, queridos lectores, cuando pensemos en Alemania, olvidémosnos de los nazis y ahora que está de moda la Pasión de Villar, de su estupendo futbol y cuando afrontemos temas de economía política, no nos dejemos engañar por los demagogos y populistas de ambos signos, ni todo en sus manos ni Dios quiera en sus bolsillos, de personajes como Monedero, cuyo solo nombre es una advertencia, ni de Errejón ni de Iglesias, ni tampoco en manos de esos señorones que se codean en el todo poderoso Palco del Bernabeu. Por favor, que no nos lleven al huerto ni unos ni otros.

Libre iniciativa sí, pero bienestar y protección ciudadana también.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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