En las entrevistas del Divino Pedro con el Rey Felipe y con Rajoy ha quedado claro el inconformismo de Pedro Sanchez y su determinación de llegar a La Moncloa, para ser el Mandela de Pozuelo, como le llaman cariñosamente sus más adictos. No esta claro si es la ambición la que le arrastra o una extraña fuerza del destino, como en la inmortal ópera de Verdi. Dejemos los juicios a los historiadores. Concentremos en la energía que ha desplegado para recuperar la secretaria del PSOE, después de su violenta defenestración. Su estrategia es clara proclama "ser de izquierdas" y su simpatía y sintonia con los votantes de Podemos para recuperar sus votos y desea sin ambajes echar, desalojar al hombre sensato e impasible de Pontevedra de su poltrona, para redimir a los miserables y retocar el mapa de España, que de Estado de las Autonomías se convertiría en la España plurinacional y federal, que prepararía según el cuarenta años de paz y estabilidad en España. Estando en Lugo rebuscando por canales de televisión recale en una tertulia en que un caballero de las mareas explicaba "que si daba"referiendose a la aritmética parlamentaria para darle un puntapié a Don Mariano. Si a este comentario que en Podemos desde Irene, la Evita nacional, hasta el último monaguillo todos comparten, le añadimos los dos meses que Sánchez concede a Rajoy para dialogar se comprende que en septiembre/octubre para remediar el fracaso del referéndum se presentará una moción de censura con los votos de todos contra PP y Ciudadanos.
La clave es el PNV, convencerle de apoyar esta moción de censura ofreciéndole a cambio, cual cabeza del Bautista después de la danza de los siete velos, a Navarra para completar un País Vasco en toda su integridad. El Divino Pedro disfrazado de Salomé le pediría a Urkullu su apoyo con el suculento plato de lentejas del sueño vasco hecho realidad, una Navarra abertzale. Recuerdo en mis tiempos de Izquierda Democrática las conversaciones con Juan Ajuriaguerra cuando hablaba de ese mítico pueblo vasco cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos y como un día llegaría a la ansiada unificación y libertad. Sánchez podría proponer y porque no conseguir esta ansiada incorporación del antiguo Reino de Navarra a la Euzkadi de Sabino Arana. Rajoy le ofrece estabilidad reforzando el cupo vasco y un
próximo AVE entre las capitales vascas, tal vez avances en la política penitenciaria con el acercamiento de los presos etarras y una salida más o menos pactada, pero Sánchez le tienta con alcanzar un sueño. La ikurriña en la fachada del Ayuntamiento de Navarra el día del chupinazo reinvindicaba esta ansiada incorporación. Dentro del imaginario plurinacional se perfilaria una nación vasca, como Estado Asociado, es decir el plan Ibarretxe hecho realidad. El dicho de Enrique IV de Navarra, que París bien vale una misa, se convertiría ahora en La Moncloa bien vale Navarra.
