Vanesa tiene veinte años, es una estudiante muy aplicada, vive con sus padres que cuando tiene una fiesta van a llevarla y a buscarla. En los años sesenta hubiera sido una congregante del Corazón de María de misa y comunión diaria, en los años ochenta seguidora de Serrat y afiliada al partido comunista. Muy comprometida en política y con una gran ilusión por la democracia. En los años dos mil, no le interesa la política y le encanta el orgullo ¿dónde quedaron las antiguas Vanesas? La respuesta es que se ha apuntado a la nueva religión ecologista de las misas y mítines ha pasado a defender el medio ambiente y la diversidad sexual,

todo ello con ese gran candor que tiene la juventud. Al prolongarse la vida se ha extendido el fenómeno de Peter Pan. Ayer, en Casa Manolo, entró un hombre que ya no cumplía los cuarenta con un flamante patinete y vestido como los chicos del botellón.
Felipe González en su fundación trata de averiguar cómo son los jóvenes, los milenios para que vuelvan a su partido. Estos chicos nuevos, no tienen el sentido de culpa ni tampoco del bien y del mal tradicionales, tienen un nuevo código ético. Son generosos, cultivan la austeridad, defienden las causas que ellos consideran justas, como la igualdad, el feminismo entendido como participación plena de la mujer, repudian la violencia machista y son libertarios. A mí me recuerdan a los hijos de las flores, a los hipys californianos que practicaban el amor libre y un modo de vivir sano, una alimentación vegetariana y una nueva relación con los animales. Unos y otros repudian a los políticos profesionales. A Vanesa no le interesa la política, no sigue las noticias, pero como se decía al principio se le pone los ojos en blanco hablando de la fiesta del orgullo y su pasión secreta son las bicicletas y un modo de vivir más simple y más lento, a pesar de que mientras dice esto, está colgada con su móvil. Vida lenta pero con móvil.
Sin duda estamos ante una forma de nuevo paganismo, de deificación de la naturaleza y de desinterés por la economía y los métodos de producción que ridiculizaba Charles Chaplin en tiempos modernos. Este fenómeno de paganismo se ha extendido como una mancha de aceite por toda Europa. Dios no ha muerto, se ha convertido en gay, en lesbiana y en trans.
El Olimpo de los Dioses griegos y romanos desfila gozoso en la cabalgata del orgullo. La Lob Parade de Berlin se ha convertido en una ceremonia colosal de exaltación del que hubiera hecho palidecer al Aretino, pero todo hecho con mucho candor.
En España convivimos con los sinpecados del Rocío con los sin pecado de

las candolosas Vanesas y de los domesticados y sumisos Álvaros. Participan de un mundo con nuevas normas que se toman con mucha seriedad que ha perdido el sentido del humor tradicional, incluso, desean quemar los libros en que se enaltezca el machismo y se combata todas las formas de amor diversos. Esta purificación por el fuego ya la practicaron con éxito Savonarola y en tiempos más recientes los Nacis. El fuego forma parte del ritual de la naturaleza.
Afortunadamente todavía no se ha llegado a perfeccionar este paganismo y de momento se excluyen los autos de Fe que podrían contribuir todavía más a la limpieza generalizada quemando a los mal pensantes. Aquí llegamos a la parodia que aún no forma parte del horizonte mental de Vanesa y de Álvaro. Todo se andará.
De momento, esta juventud angustiada por la búsqueda de trabajo y por la competitividad salvaje se refugia en un Eden en Bicicleta. Son buenos, puros y como en tierra de libertad de Aragón, aspiran a no tener ni Dios, ni Patria, ni Amo, quieren ser simplemente felices. Buena suerte Vanesa y Álvaro.