Decadencia británica

Quien afirme que los españoles actuales son más eficaces que los británicos será tachado de patán patriotero, pero posiblemente dice la verdad.

El Reino Unido, cierto, es un gran país: con 65,3 millones de habitantes tiene un PIB per cápita de 36.100 euros, mientras que el de los 46,5 millones de españoles es un tercio inferior, 24.100 euros.

Pero esa distancia se reduce notablemente si se tiene en cuenta que alrededor del 20 por ciento de la economía española no aparece en los balances oficiales porque está en negro, mucho más que la británica, y por la carestía de multitud de productos y servicios en el Reino Unido.

Muchos británicos dicen que la actual calidad media de vida española es superior a la de ellos mismos, que vienen de vacaciones, pero cuya cotidianidad en sus casas es bastante precaria.

El british de bombín, traje diplomático y paraguas que dominaba las finanzas es hoy un extranjero muchas veces descorbatado como Ignacio Echeverría, el español víctima de los terroristas del Puente de Londres del día 3.

Cientos de millares de personas como él sostienen la economía, tanto en cargos de alto nivel como en los medios y bajos; incluso en su industria, grandes universidades y servicios públicos, como los hospitales; los británicos van reduciéndose.

La antes eficaces policías, que carecen de extranjeros, demuestran su decadencia pese a ser herederas de héroes de novela y cine como Sherlock Holmes y los 007, y de las agencias reales como los MI5 y MI6 y Scotland Yard. Hasta los bobbies han perdido prestancia y respetabilidad.

Cuatro días después de los atentados no había identificado a todas las víctimas, muertas y heridas; y ya había mostrado su incompetencia al no controlar a unos terroristas previamente identificados.

Si esto hubiera ocurrido aquí los españoles se autoflagelarían acusando de tercermundismo al Estado.

Cientos de miles de british residen en España porque la vida es mucho más barata. En su país, a precios reales, su clase media sobrevive peor que la española, cuyos sueldos son inferiores.

La decadencia de los imperios dura décadas y la ineptitud que vemos ahora en el Reino Unido la señala, aunque sus élites vivan mejor que nunca.