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Fanatismo y respeto

miércoles, 07 de junio de 2017
No hay más que ver la cantidad de atentados que se producen continuamente, para observar como el radicalismo de algunos fanáticos lleva a la muerte a muchas personas inocentes. No hay como ver un partido de fútbol para sufrir la vehemencia de los desaforados hinchas. No hay nada más que exponer una idea política para comprobar, a veces, el feroz contraataque del interlocutor. Con algunas personas, para evitar la discusión vehemente, rehúyo la conversación. Es mi modo de respetarlas.

Si la religión proclama amor y respeto mutuo; si el fútbol, como diría una niña, no es más que un deporte; si la política es una actividad democrática en la que cada cual puede elegir la opción que quiere; carece de sentido cualquier postura intransigente. La intolerancia resulta básicamente un problema de incultura, de falta de argumentos que llevan a los individuos a utilizar la violencia para contrarrestar cualquier diferencia.

Y el problema, siendo grave por la escasa formación, no se ciñe sólo al fanatismo, sino al respeto a los demás. No se puede entender, por ejemplo, la violencia de género, si en la relación de pareja nos habituamos al insulto o a la violencia verbal. Si en la convivencia queremos imponer nuestros pensamientos, sin escuchar la razón del otro, y si anulamos en cualquier aspecto a la otra persona. Ese egoísmo y falta de comprensión son en muchas ocasiones los culpables de tantas relaciones tristemente rotas.

Uno, que no cree en los tópicos, recuerda que, efectivamente, antes había violencia física contra las mujeres, e incluso que éstas estaban desamparadas por el proceder de las autoridades, pero las relaciones por lo general eran de mayor respeto. Hoy la grosería, el insulto y otros desprecios chabacanos son mucho más abundantes y sobre todo hirientes. Esa educación se ha deteriorado de tal modo que convendría reflexionar sobre ello.Lo grosero, lo chabacano y la vulgaridad son hijos de la ignorancia y reflejo claro dela personalidad del individuo. Vivo en un mundo donde conozco a algunas personas que presumen de brutas e ignorantes y aún de inteligentes. ¡Qué desgracia! ¡Y qué escasa!

Las personas de mi generación hemos visto como algunos dirimían sus diferencias con navajas, con peleas, con insultos…y como se deterioraba la convivencia por rencillas políticas y “ facturas” de la Guerra Incivil, o motivos tan nimios como el futbol o cualquier otra discusión absurda.

También recordamos pelea entre borrachos, maltrato familiar, por culpa del alcohol, que no sólo sufría la mujer sino también los hijos… y todo ello debiera de habernos valido para educar a las nuevas generaciones en la tolerancia y el respeto, pero por los resultados parece que no sólo no hemos progresado, sino que hemos retrocedido. Y, aunque no sé lo que dicen la estadísticas, me temo que de poco vale tantos los/ las y otras lindezas no sexistas, que dicen ellos. Lo duro es soportar tantas muertes, en especial de mujeres.Amigos/as sólo son eufemismos bienintencionados, que debieran convertirse en respeto efectivo. Y ante la vehemencia, reflexión, y ante la falta de respeto, auténtico amor.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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