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Nuestra casa al otro lado del mar

miércoles, 31 de mayo de 2017
Nuestro hermano Eugenio fue el primero en conocer o “descubrir” para el clan, la casa paterna de A Touza, en Santa María de Vilaquinte; en realidad, debiésemos hablar de casa materna, porque fue propiedad de la abuela Elena Rodríguez Grande, recibida en herencia como hija única. Semanas después de aquella inolvidable experiencia, Eugenio envió a Cándido y a Fresia esta carta cuyos principales párrafos reproduzco aquí, para toda la estirpe de Chacra El Olivo:

"-Vostede é neto de o Señor Cándido...
"La voz del viejo me sonó profunda, como oída desde muy lejos, eco que venía
de los ancestros para plasmar el tiempo en un breve instante.
"Estábamos en una rúa de Santa María de Vilaquinte, en Galicia. Yo había atravesado el Atlántico con el anhelo de conocer la casa paterna, en el casal de A Touza, la que Papá nos describiera muchas veces, con porfiada emoción.
"Y aquí estaba, inquiriendo señas para llegar a ella...
"Los ojos brillantes de Ramón Iglesias adivinaron la antigua estirpe antes de explicarle nada.
“No eran necesarias las palabras. Bastaba la comunicación íntima, el vínculo que la tierra estableció entre nosotros desde época inmemorial.

"El hombre me había mirado como quien reconoce a un árbol, por la forma de su tronco, o el gesto preciso de sus ramas, o el color del follaje, o las marcas reveladoras del tiempo en la corteza.
"Hemos caminado juntos, como viejos amigos...
"Charlamos algo en el breve camino hasta la aldea. He hablado poco, porque la emoción acorta las palabras y entorpece los gestos... Y la casa está aquí, tal como la había imaginado: ancha y vetusta, pero enhiesta cual roble de buena raza.
"Han acudido a saludarme estos viejos hidalgos, tan parecidos a los descritos por Azorín, nobles en el buen sentido del concepto, llenos de una dignidad y prestancia que emanan del paisaje y de la tierra enriquecida por el trabajo y la cultura milenaria; gentes en las cuales bulle y canta el rumor de nuestra propia sangre.
"En los ojos de ellos, en sus ademanes y en su hospitalidad he visto que no soy un extraño; estoy en mi hogar del otro lado del mar. Y acuden a mi memoria, añejados por el tiempo, como el vino generoso de la Ribeira Sacra, los versos de Rosalía de Castro:

Dende aqui vexo o camiño
Que non sei a onde vai,
Polo mismo que non sei
Quixera o poder andar...
Que eu penso, non sei por que...
Nas vilas que correra...
Camiño, camiño branco
Non sei para onde vai...

"La suave música de las palabras es la misma que advertíamos en las voces de la abuela, de Papá y las tías Paulina, Alicia y Elena, modulando la lengua galaica, madre del portugués, idioma en el que Alfonso X el Sabio escribiera su excelsa obra poética, las Cantigas de Santa María.

"La máquina fotográfica trabaja con rapidez, en compulsivo anhelo de fijar las imágenes queridas. Cada rincón surge lleno de un significado especial. Los rostros son como la casa, amplios y cordiales. Ellos evocan el porte de Tío Manuel, la sonrisa de nuestra abuela Elena, los azules ojos de Tía Naulina y Papá, la mirada ágil de Tío Pepe, el gesto alegre y cálido de las tías Alicia y Elena... Aquí se aprecia tan claro ese asombroso hallazgo vital: somos cada uno y somos todos, unidos a la tierra en la conjunción del agrario y sencillo linaje.

"La vieja morada se conserva bien, aun cuando pueden advertirse deterioros propios del avance inexorable del tiempo. Los grandes muebles, de color caoba oscuro, la loza blanca y gruesa, los utensilios domésticos tradicionales; todo me recuerda "Chacra El Olivo", en Conchalí, allá en Chile ultramarino, donde los abuelos intentaron reconstruir su lar. Diríase que hasta el olor es el mismo; como también los nombres de estos parientes y amigos: Eladio Rodríguez Mazaira; María López Novoa, Indalecio Rodríguez, Cándido Domínguez, Francisco Jorge ("0 Pancho da Inés") y los trabajadores de la casa, de Carballiño de la Forxa, César y Manuel Pérez... Un "botafumeiro" cuelga en un rincón y oscila levemente, saludándome.

"Transito luego, acompañado de ‘0 Pancho da Inés’, camarada de juegos de Papá, el camino que va hacia el río y que el recorriera tantas veces y amara con sus ojos penetrantes de mozo campesino.

"Senda del Búbal, pasamos a través de las huertas y de los extensos viñedos, para llegar al pequeño río, cruzando una arboleda de castaños y robles centenarios. Las aguas son cristalinas, llenas de bajíos que invitan a bañarse. Las fresas silvestres engalanan el paisaje con su alegre colorido. Recuerdo que Eduardo Blanco Amor, en su notable libro "Chile a la Vista", comparaba el escenario verde de Galicia con nuestro remoto Chiloé. Y Ramón Suárez Picallo escribe "Discurso a Chiloé, Península Galega", texto que empleara, como notable pieza oratoria, en una conferencia proferida en el Centro Gallego de Buenos Aires, en 1956...

"El domingo asistimos a la iglesia parroquial de Vilaquinte. El párroco, Manuel Varela Blanco, hombre entrado en años, se muestra también afectuoso. Habla de nuestros abuelos, del tío Manuel Moure Nande, antiguo párroco del pueblo, de quien Papá se ha expresado siempre con cariñosa nostalgia, resaltando las virtudes de "cristiano viejo" del buen cura aldeano.

"Bebemos vino dulce, mientras el párroco nos muestra el Libro de Registros, donde están inscritos los nacimientos de todos. Le pido una partida de bautismo de Papá, a lo que accede, gustoso. He encargado rezar una misa en memoria de nuestros abuelos Cándido y Elena. La religión es en Galicia fuerte y permanente, más aún que la tierra, que la estirpe y el idioma... Aquí, Cristo no puede ser sino galaico, al estilo gnóstico de Prisciliano, que creía en los dioses lares...

"Me han agasajado luego en casa con profusión de jamones ahumados y chorizos, cuyo sabor es también una especie de añeja remembranza. El vino, cálido y rojo, es como un largo beso gallego que oficia la bienvenida...
"De estos muros salimos, un día lejano, a repartir una simiente que nos acoge y reconoce en el tibio aliento de la tierra. La memoria es pequeña y frágil, pero guarda una luz que ha vuelto a encenderse.
"El tiempo golpea, como un cuchillo, su apremio sobre la mesa patriarcal. Llega el momento del ‘deica logo', ‘aburiño’...

"De regreso, ya todo es recuerdo. Pero muy adentro, prendido al corazón, como las antiguas raíces, palpita el murmullo de la Casa... Santa María de Vilaquinte, el Miño; Lugo, "la bien murada"; el casal de A Touza, donde cantaron los primeros sones; los nombres, las voces, el paisaje de Galicia y, resonando como nostálgicas campanas, las palabras de Ramón Iglesias: "Vostede é neto de o Señor Cándido...".
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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