John Fitzgerald Kennedy va a cumplir este mes 100 años. En solo tres años de mandato su imagen ha trascendido a todo el mundo. El mito Kennedy, el Camelot americano ha llenado de recuerdos y de promesas incumplidas al horizonte de la política. La juventud al poder, la riqueza, la belleza, el destino trágico de una familia, ser el primer presidente católico.
El haber emprendido muchas iniciativas y otras tantas leyes. Kennedy afrontó la cuestión racial, esta dramática división entre blancos y negros, entre colonos y esclavos, con toda su carga de culpas, de expiación y de revancha. El gran carisma que tenía, su salu de hierro a pesar de la graves dolencias que sufría, con una espalda destrozada que le obligaba a llevar un aparatoso corsé. La secuela de una enfermedad venerea que en aquellos tiempos era de difícil curación. Su leyenda de devastador don Juan, sus amoríos con Marylin Monroe, con secuencias dignas del mejor Bocacio, su uso de la televisión, fue un mago de los medios de comunicación. Su famose debate televisivo con Richard Nixon, sudoroso y arugado, frente a un Kennedy resplandeciente y maquillado, al repasar sugestión, los expertos y los críticos revelan luces is hombras. La cuestión racial, la ley de los derechos civiles, consiguió firmarla Johnson, un político sureño, maniobrero, que conocía las debilidades de los seres humanos y como doblegar sus voluntades. El avispero del Vietnam, que tantas muertes causó, y que se reveló una catástrofe, fue iniciado por este impetuoso presidente, el tema cubano, la invación fracasada de la Bahía de los Cocinos reveló su desconocimiento tanto suyo como de sus asesores, del orgullo nacional cubano y apuntaló a Castro en el poder. Su extraordinario reto espacial llevó al hombre a la luna y humillo a la Unión Soviética de Gagarin, a la que también mantuvo a distancia en la crisis de los misiles. Su enorme dinamismo a pesar de sus enfermedades, sus constantes viajes, el crear el mito de la joventus con la creación de ese cuerpo de voluntarios, Alianza para el Progreso, para ayudar a los paises en desarrollo. Creo que lo más importante de la época kennedy ha sido su mensaje de la nueva frontera. El mito del ave fénix que resurge y se pone por montera al mundo. Nada es imposible para la joventud del mundo. Década después Obama recibe ese desafío y lo convierte en yes we can, si se puede. Otro elemento fundamental es la misión americana de salvar al mundo, dividiéndo el planeta entre buenos y malos. Nueva frontera, salvar al mundo y un optimismo sin límite. El siglo de las luces bendecido por el Vaticano, y reencarnado en el nuevo mundo, como en la genial sinfonía de Dvořák. Que queda de este mensaje en un mundo multipolar como el actual? China estaba entonces en mantillas, en Rusia todavía no imperaba un cesarismo democrático y Europa empezaba a unirse. Kennedy es pues un recuerdo de un tiempo pasado, que nos trasmite el mensaje de la speranza de un mundo más justo y solidario. Los objectivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas son el último reto que permanece intacto. Un desafío grandioso. Kennedy vive.
