Educación Sentimental

En mis artículos vengo insistiendo en que las campañas contra la violencia de genero tienen que completarse con una educación sentimental. Al igual que el ciudadano necesita una educación financiera para no dejarse tentar por los duros a cuatro pesetas en las relaciones humanas son necesarios seguir ciertos consejos ‎de sentido común. Recuerdo que en el famoso Instituto de Ciencias Políticas de París, Sciences Po, se impartían unas charlas de convivencia internacional donde se nos explicaba como los valores culturales y morales influían en las personas y dictaban su comportamiento. Por ejemplo nos decía el profesor orientador, lo que hoy llamamos coach con un anglicismo más, una estudiante francesa que mantenga una relación con un compañero egipcio, tiene que tener en cuenta, que una vez en el país de los Faraones, se vera relegada a las estrictas reglas del gineceo, estar siempre con las mujeres de la familia y aceptar ciertas reglas como no interrumpir al maridito y aceptar ir por la calle un pasito por detrás. También se nos alertaba sobre las diferencias religiosas y se insistía en que que no podían pasarse por alto. Entre nosotros argumentaba el profesor están aceptados el aborto y la homosexualidad y se esta de acuerdo en que la decisión recae en la mujer, pero entre los musulmanes son cuestiones inaceptables, como lo son también para los cristianos pro vida. Además deberían considerarse otros temas como la diferencia de edad y de fortuna, que falsean las relaciones y que pueden conducir a estallidos de violencia como hemos visto en recientes casos. En la litratura clásica hemos visto como se ridiculizan estas uniones, que ahora no son sólo de hombres sino también de mujeres. Por todas estas razones debería existir una educación sentimental para guía de incautos como diría Don Quijote.‎ Un estudiante pakistaní me dejo asombrado al decir que sus padres eran muy felices y se habían conocido tan solo el día de la boda. Naturalmente esta costumbre no es exportable, pero nos indica cuan diferentes son las mentalidades en este planeta azul. Esto no quiere decir que el amor tenga muros y barreras, pero si espinas, que a veces pueden amargarnos la vida y hacernos la convivencia un infierno. Contra la violencia de género se precisa una búsqueda incesante de la armonía y de la generosidad. Una escuela de vida y no estaría mal releernos de vez en cuando El libro del buen amor del Arcipreste de Hita.