En las reflexiones que me inspiran mi apasionante correspondencia con Jeffrey Sachs este gran guru de la politica de Estados Unidos me llegan unos comentarios que me envía Sonia Sachs sobre la posibilidad que su país se convierta en un paria de la causa climática. Como en mi artículo Negación, en que se ponía en tela de juicio al negacionismo del Holocausto, aquí se trata de otro negacionismo, igualmente peligroso,el mirar de lado ante el cambio climático y no adoptar políticas para la salvaguardia del ambiente. No es un problema de conservadores y progresistas, ni de izquierdas ni de derechas, es una cuestión de supervivencia. Sachs retrata magistralmente los lobbies, los grupos de presión pro petróleo y pro carbón, que lideran Scott Pruitt, un veterano petrolero de Oklahoma y el hombre de la ExonMobil y ahora Secretario de Estado Rex Tillerson, que claramente son contrarios a las energías alternativas. El Presidente Bush usaba la estratagema para no comprometer la política energética de arguir que sin China era imposible llegar a ningún acuerdo vinculante para frenar el cambio climático. Ahora Trump no tiene este pretexto. China ha firmado el acuerdo de París, con lo que reconoce la validez del Protocolo de Kyoto. En España el Presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero favoreció la aceptación del Protocolo de Kyoto y el apoyo a las energías alternativas, pero el alto costo comparativo de las mismas y la caza a la subvención, tan típica de la picaresca del Sur de Europa frustró su política ambiental. La posterior victoria electoral del Partido Popular nos sumió en un limbo, en que no se niega, pero tampoco se demuestra estar a favor. Se detectaron escándalos en la gestión de las subvenciones y la inviabilidad de ciertas iniciativas, que están ligadas al perfeccionamiento de las energías limpias. Un país del sol como España podría tener sus necesidades energéticas completamente cubiertas. Si Estados Unidos rompe su compromiso con el acuerdo de París, entonces Trump alcanzará un resultado de escándalo uno contra ciento noventa y tres. El showman contra todos, convirtiéndose en adalid de la contaminación mundial, un entorchado olímpico no precisamente un éxito para estar orgulloso, de ahí que Sachs argumente que los Estados Unidos se convertirían en un paria ambiental. Trump, este falso mago de Oz, queda al
descubierto cuando Totó el perro de Dorothy, quien no recuerda a Judy Garland, corre una cortina y se descubre que el fantoche, no es un mago, sino un vulgar impostor, hoy le llamaríamos un populista, envuelto en su demagogia. emperifollado en su verborrea de tres al cuatro. El mago de Oz este musical tan conocido en Estados Unidos lo es menos en España, por lo que está comparación del maestro Jeffrey hay que explicarla. Los populistas nos presentan retablos de las maravillas como en el Quijote, que están vacíos. Las tentaciones del negacionismo de Trump puede llevarle a resucitar el carbon, a aprobar oleoductos que atraviesen Alaska y otras agresiones ambientales. Nos movemos en un campo difícil para los políticos, que deben saber adoptar decisiones, que no se inspiren en la ciencia ficción y separen el polvo de la paja. La investigación es decisiva a largo plazo, pero a corto hay que moverse en la dirección apropiada que nos marcan los Protocolos de Kyoto y el Acuerdo de París. Los chinos tuvieron que bajarse del burro ante la situación de sus grandes ciudades donde la contaminación no permite ver el sol y las enfermedades pulmonares planean sobre la población. En España tímidamente se están adoptando medidas y se anuncia un lento repunte de las energías alternativas. Hasta el primo de Rajoy tiene que reconvertirse en un ciudadano preocupado por el medio ambiente, pero huyendo del ecologismo convertido en una nueva religión, en la se cree como una fe ciega. Desde la vieja España tenemos que abrir los ojos y tener visión de futuro, igual deben hacer todos los trumpistas del universo. El perro Totó y el retablo de las maravillas nos muestran el camino. Gracias Jeffrey.
