Chencho Arias

‎La biografía de Inocencio Arias, el famoso Chencho, polifacético y siempre histriónico con su capa y su pajarita tiene un título que es una provocación "Yo siempre creí que los diplomaticos eran unos mamones" y el libro está en esa linea,con derroche de simpatía y de savoir faire,pero Chencho es un hombre popular y de pueblo. Se conoce al dedillo su Almería y su Murcia,pateandose sus pueblos,conociendo a todo el mundo y alternando su hombría de bien con una agudeza fuera de lo corriente. Ojalá todos los diplomáticos fueran así, tan llanos y preparados. No se trata de un intelectual minoritario o de un iluminado. Es culto de teatro y de zarzuela, aficiones que heredó de su madre, una mujer de rompe y rasga. Tiene una mujer de novela de Le Carre una preciosa rubia Ludmila, de origen ruso, con la que alcanzará las bodas de oro y tres hijos. Es un hombre de acción que ha sabido bandearse con presidentes y ministros de exteriores de tres partidos UCD, PP y PSOE y nueve años en Naciones Unidas como Representante Permanente de España y miembro del Consejo de Seguridad. En sus puestos anteriores estuvo en La Paz, un puesto normalmente de castigo por la altura, después en Argelia y de allí empezó su escalada como director de la Oficina de Información Diplomática, Agencia de Cooperación Internacional, Subsecretario y de allí a la ONU. Tuvo una etapa que lo hizo muy conocido de director general del Real Madrid. No se entendió con Ramón Mendoza y tampoco con Zapatero, pero se metió en el bolsillo a todos los demás incluido al Rey emérito Don Juan Carlos, a Felipe, Matutes y Fernández Ordoñez y a tantos personajes y personajillos que han jalonado una vida rica de episodios, que con modestia vive casi de espectador, cuando también ha sido protagonista. El mundo del espectáculo tiene un papel importante para este funambulista de la diplomacia con muchísimas tablas y tantas anécdotas narradas con gran sencillez,con sabor a pueblo. Ahora se le escucha en la COPE a las órdenes del comandante Carlos Herrera que le llama cariñosamente Ambassador. Personalmente lo conocí con mi campaña escolar en Nueva York y durante nueve años patrocinó mis conferencias de prensa e incluso presidió una de ellas y me invito a su palacete cerca de Central Park. Siempre tan campechano y con comentarios que rozaban un vodevil de Sacha Guitry y las comedias que protagoniza Arturo Fernández, Chencho se interpretaba a si mismo como un General De la Rovere de Vittorio de Sica, su mejor papel hubiera podido ser Inocencio Arias, diplomático y showman.