Cómo Antonio Banderas el golfista castellonense ha encontrado la integración americana por la vía del amor. En Estados Unidos es muy difícil triunfar o incluso bandearse sin un amigo, un socio americano. Sergio un niño prodigio del golf, ese deporte que aúna el deporte con las delicias campestres y que en España popularizó el genial Severiano Ballesteros, el gran Seve, empezó su carrera deportiva muy joven y a los 22 años ya era una gran esperanza y alguien del fértil Levante español que había buscado una profesión insólita, la de golfista profesional. Tuvo altos y bajos, parecía ser un eterno segundón, como Poulidor el ciclista francés que veía metas y competiciones siempre a la rueda de los vencedores. Hasta que a los 37 años se ha destapado como gran estrella, al conseguir endosar la chaqueta verde, que logran los ganadores del Master de Augusta, un campeonato mundial encubierto.
En los últimos tiempos, después de una precipitada bajada a los infiernos, empieza a entonarse, a pisar fuerte y a embocar la vía del éxito en América, donde no tienen carta de ciudadanía los perdedores. Al parecer en su transformación ha sido cómplice una moza texana Angela Akins, con una familia de gran pedegree deportivo, con un abuelo Ray, gran entrenador del fútbol americano y su padre y su primo laureados jugadores de este violento deporte, que disputan rudos mocetones con choques, placajes continuos, como si fueran políticos en vez de profesionales de las equipos de renombradas universidades como la de los Saints de Nueva Orleans o los actuales campeones de la Superbowl los Patriots de Filadelfia. Creo que Sergio tendrá que combinar sus arroces levantinos con el Tedmix de su media naranja y las corridas con los rodeos. En mi experiencia personal para que remontara mi Premio Escolar Internacional, necesite una madrina americana Nancy Rivard una legendaria mujer del movimiento de las ONG's, que dirigía y sigue al timón de Airlines Ambassadors. Su marido, que difícil es siempre casarse y mucho más con una gran dama, me dio un día un golpe de castigo al hígado que me hizo doblar la rodilla, fue burla burlando y cuando todavía cortejaba a la espigada escandinava y estaba con sus alas de pavo real desplegadas. Esta pareja fueron mi providencia en Estados Unidos y propiciaron para mi un importante premio. Milagros del medio amor que abre de par en par las puertas del mundo. Antonio que practicó el amor total ha cosechado una bella hija y Sergio está a punto de caramelo, pero amigo Sergio si no cumples esa palabra empeñada en los claros de luna te espera una familia armada con rifles Winchester. El amor tiene sus riesgos. De momento felicitemos a Sergio por su extraordinario triunfo, pero recomendémosle ser precavido.
