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Los Díaz Baliño (2)

miércoles, 05 de abril de 2017
Los Díaz-Baliño, una saga de artistas oriunda de Ortigueira:
Camilo Díaz Baliño (II)

En 1920, tras haber pasado diez años como delineante en la oficina de obras de la Diputación provincial que dirigía José Goyanes Meneses, renunció a su puesto público (23) para trasladarse a Santiago de Compostela. En la ciudad del Apóstol, abrió su propio taller en el número 37 de la calle Hortas, muy cerca de la catedral, bajo el rótulo de Talleres de escenografía y Propaganda. En su nuevo centro artesanal siguió trabajando con algunos de sus hermanos tanto para el empresario Isaac Fraga como para otros particulares y entidades religiosas.

Su necesidad innata de enseñar las más variadas técnicas pictóricas y artísticas a otras personas le llevó a involucrarse en nuevos espacios educativos. Así lo hizo, por ejemplo, en 1924, cuando el alcalde compostelano, José Díaz Varela, le ofreció dar clases de dibujo artístico de forma gratuita en las aulas de la escuela municipal de Santiago. Esta experiencia docente la compartió con la de ser el asesor artístico del propio regidor, que, por entonces, tenía como uno de sus objetivos políticos la renovación de la imagen de la ciudad, todo un reto del que Díaz Baliño no se puso sustraer. A pesar de todo el trabajo que todo esto le suponía, no dejó escapar la posibilidad que le brindó su amigo José Teijeiro Rodríguez de formar parte, en 1924, del profesorado de su recién creada Academia Gelmírez, donde impartirá las Los Díaz Baliño (2)clases de dibujo artístico y lineal hasta 1931.

A estos trabajos docentes hay que añadirle también el de profesor de composición decorativa en la Real Sociedad de Amigos del País de Santiago, sin ningún tipo de remuneración. Como se suele decir, lo hizo simplemente por amor al arte, recibiendo como única contraprestación un expresivo voto de gracias de los miembros de la asociación (24).

También fue en Santiago donde diseñó y confeccionó, en 1924, el magnífico belén para la iglesia de Santa Marta de Ortigueira. La procedencia del encargo no está a día de hoy clara, pero sí consta que las instrucciones autógrafas sobre el modo de montar el belén estaban en poder de la ortegana Cristina Teijeiro García (25), y que, al fallecimiento de esta, su familia las entregó a la parroquia.

El nacimiento ortegano presenta un frontal en el que se puede apreciar una composición en tres partes. Una primera que estaría formada por sus laterales, en donde se muestran las figuras de dos profetas contemporáneos del Antiguo Testamento: Isaías y Miqueas, ambos representados en una postura enhiesta, muy característica de las figuras de Díaz Baliño. Bajo cada uno de ellos, se descubre una breve cita de sus profecías. Para Isaías, el texto elegido es el del nacimiento de Jesús de la Virgen María: “He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre es Emmanuel o Dios con nosotros”. Mientras que en el pedestal de Miqueas, se hace referencia al pasaje en el que menciona el lugar del nacimiento del Mesías: “Y tu ¡oh Belem la más humilde entre las ciudades de Judá! De ti ha de salir el dominador de Israel engendrado desde la eternidad”. Como se puede observar, ambas citas enmarcan perfectamente la representación simbólica del nacimiento de Jesús.

El segundo elemento de la composición del belén sería su frontón, en el que está escrita otra referencia religiosa. En este caso es la primera frase de la oración del Gloria: Gloria in excelsis Deo (Gloria a Dios), impresa sobre una cinta sostenida por las manos de dos ángeles que miran hacia abajo como buscando la presencia de los fieles. Debajo de los querubines, completando este espacio superior, se aprecian unas alas solitarias, que aparecerán nuevamente reproducidas en el tercer elemento de la fachada del belén: el faldón inferior. En él, las alas acompañan la figura de la diosa egipcia Isis para crear su clásica representación de pájaro.

Ya en el interior del nacimiento, observamos cómo el belenista le añadió varios paneles que le sirvieron para colocar algunos elementos verticales del decorado, a la vez que para darle una mayor profundidad al espacio. Sobre ellos, el escenógrafo pintó plantas y árboles, pero también una especie de zigurat circular o torre de varios pisos con el que quiso simbolizar el palacio de Herodes.

La composición, situación y originalidad de todos estos elementos hacen que la obra pueda ser calificada, sin ningún tipo de paliativos, como exquisita y única. Y nada mejor para completarla que las vistosas figuras elaboradas por el taller de Olot, que desde 1880 embellece con sus imágenes religiosas muchas iglesias y casas particulares de toda España.

Un apunte más que tenemos que hacer sobre el nacimiento ortegano es que Camilo dejó sus señas de identidad ocultas a las miradas de sus espectadores. Tanto su firma como el año de su creación los escribió sobre la parte posterior de los paneles inferiores, concretamente, tras el del nombre de Isaías. Allí el artista dejó rotulado: CAMILO DIAZ-Escnfº MCMXXIV, o lo que es lo mismo, Camilo Díaz-Escenógrafo, 1924.

El nacimiento ortegano es, pues, una obra artística de primer orden dentro de su clase y como tal debe ser valorada por sus depositarios y todos aquellos que admiren el arte en cualquiera de sus manifestaciones.

En aquella década de los años 20, tan llena de trabajo como de éxitos, Camilo consiguió acceder a una plaza en el Ayuntamiento de Santiago, primero como delineante interino de obras (26), y dos años más tarde con el puesto en propiedad. Mientras tanto, de su taller salían algunas de sus obras más representativas, como las decoraciones realizadas para el coro compostelano de Cántigas e Agarimos, o las que concibió para las obras teatrales de La Casa de la Troya (1920), de Pérez Lugín; Rosiña (1921), de Jesús San Luís; A raíña e o fidalgo, de Jesús San Luis Romero; Trebón (1922) y Lubicán (1924), de Armando Cotarelo; La reina Lupa (1925), Manuel Vidal, El Monte de las Ánimas, de Julio J. Casal y Luis Núñez de Cepeda y Mal año de lobos (1927), de Linares Rivas. A estas que habría que añadirles las que creó, con la ayuda de Castelao, para las representaciones de las obras de Cabanillas A man da santiña (1921) y O Mariscal (1926).

Con la llegada de la República, sus ideas nacionalistas conservadoras mudaron hacia posiciones más de izquierdas, aproximándose a los personajes más representativos del sector radical del Partido Galeguista.

En 1931, Camilo viajó hasta Argentina, Brasil y Uruguay su condición de escenógrafo y director artístico de la Coral de Ruada. Una gira que él aprovechó para exponer, durante los cinco meses que duró, algunas de sus obras en sus ciudades más importantes. Entre ellas estuvieron: O Medulio, en la que representaba la primera lucha del pueblo gallego por su independencia contra los romanos; A Frouxeira, en la que hacía un alegato en defensa de las libertades a partir de la ejecución de Pardo de Cela; Sampaio, en la que aludía a la entrega en el combate de los gallegos en las guerras napoleónicas, a los que sumó algunos cuadros más (Santa Compaña, Céltiga, Carral, etc.), con los que trataba de interpretar diferentes temáticas de Galicia.

Otra importante faceta del heterodoxo artista de la no podemos olvidarnos fue la de rotulista de carteles. En buena medida, fue el autor, junto con su hijo Isaac, de muchos de los pasquines que sirvieron para la petición del sí al Estatuto Los Díaz Baliño (2)de Autonomía de Galicia en 1936. Con ellos, Galicia se convirtió en una de las tres comunidades históricas de España. Aunque también diseñó y elaboró carteles para otros asuntos, como la publicidad, el cine, el teatro o las exposiciones.

Por último, hay que mencionar que Camilo escribió varias narraciones que fueron publicadas en la prensa gallega de la época -sobre todo en A Nosa Terra- en las que apuntaba su fuerte estilo galleguista. La más conocida quizás sea Conto de guerra, que escribió e ilustró en 1928. En él narra las gestas relacionadas con la ocupación de los franceses durante la Guerra de la Independencia, poniendo como protagonista a su tío abuelo Lourenzo, quien le hiciera participe del relato.

Tras el alzamiento militar del 36, Díaz Baliño fue detenido a finales del mes de julio y encarcelado en Santiago de Compostela donde sufrió con gran angustia la separación de sus familiares y amigos. Para sobrellevar su tristeza, trató de pasar aquel tiempo amargo dibujando y recreando los rostros de sus otros 26 compañeros de cautiverio. La noche del 13 al 14 de agosto de 1936 fue paseado, apareciendo su cuerpo en un paraje solitario de San Mamede de Coence, Meixende, en Palas de Rei. Poco tiempo después también falleció su mujer, tras una fuerte depresión rayana en la locura.

Hoy su obra se conserva expuesta en algunos de los museos más importantes de Galicia, como el Museo do Pobo Galego, en Santiago de Compostela, pero también en diversos locales privados, como la cafetería Derby, en la misma ciudad, y en algunas iglesias, como la Capilla de la Misericordia, de Viveiro, donde existe otro mural, o en la Gran Obra de Atocha, de A Coruña, en donde se exhibe el belén que realizó en 1923, y cuyas dimensiones y número de escenas superan al de Ortigueira, pero cuya apariencia es más clásica y menos atractiva que las del ortegano. También se conservan algunos de los óleos en los que reflejó diferentes temáticas gallegas, de la Edad Media, de la heráldica y de las leyendas, y una gran cartelería en la que entran desde anuncios publicitarios a bocetos de las más variadas representaciones y decoraciones.

Reconocimientos
Díaz Baliño consiguió en 1935 el premio del II Certamen del Trabajo de Galicia por sus obras de escenografía, además de otros muchos por las carrozas que recorrían las calles de Galicia durante los carnavales, ya fuera en A Coruña, en Pontevedra o en Vigo.

Pero, como decimos, a pesar de todo el tiempo que ha transcurrido desde su muerte, su figura como artista y personaje comprometido con el nacionalismo ha perdurado hasta el momento presente. Algo a lo que ha contribuido, en cierta medida, el hecho de que su hijo Isaac haya prolongado a través de su propia obra su modo de entender el arte y sus ideas nacionalistas.

Además, su recuerdo se ha visto revitalizado a través de diferentes homenajes populares, como el que le tributó la ciudad de Ferrol en 1959, realzado por la colocación de su busto en bronce en el céntrico Cantón de Molíns. La efigie fue robada en 2007, y, cuatro años después, restablecida por las autoridades municipales en su lugar original.
Santiago también le dispensó su propia ofrenda, incorporando su nombre al callejero de la ciudad, y, en el año 2015, agasajándolo a él y a su hijo Isaac con una placa conmemorativa en su antiguo domicilio de la calle Hortas.

Por último, decir que el Ayuntamiento de Oleiros rotuló una de sus avenidas con su nombre.

Para saber más:
Colmeiro, Ilarri, Pablos, Pousa e Quesada (1981). Plástica gallega. Vigo: Caja de Ahorros Municipal de Vigo. pp. 152–153.
Durán, J. A. (1990). Camilo Díaz Baliño. Crónica de otro olvido inexplicable. Edicións do Castro (en castellano).
Seoane, L. (2005). “Díaz Baliño, Camilo”. Gran Enciclopedia Galega Silverio Cañada. El Progreso.
“Díaz Baliño, Camilo Boaventura”. Diccionario enciclopédico galego universal 21. La Voz de Galicia. 2003-2004. p.106.

NOTAS:
23. La renuncia se produjo el 13 de junio de 1920.
24. Fue nombrado profesor de composición decorativa de la Asociación de Amigos del País de Santiago, el 23 de enero de 1925.
25. Cristina Teijeiro García fue hija de Adolfo Teijeiro Botana, primo carnal del padre de Camilo Díaz.
26. Nombramiento del alcalde de Santiago del día 6 de agosto de 1925, con unos haberes de 2.500 pesetas al año.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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