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Atado y bien atado

lunes, 03 de abril de 2017
Hace años que le doy vueltas a los motivos por los que elección tras elección, y a pesar de la podredumbre y desvergüenza que asola a la derecha española, vuelve a ganar un Partido Popular dirigido por una banda de presuntos delincuentes capitaneada por un señor que aparece en los llamados “papeles de Bárcenas” como perceptor de una gran cantidad de dinero negro y que tiene por lema “el que aguanta gana”. Lema que, a través de wasaps, también les traslada a sus estrechos colaboradores cuando procesados judicialmente se les descubren ingentes cantidades de dinero, de dudosa procedencia, en paraísos fiscales con un: “aguanta, se fuerte, hacemos lo que podemos”. Este personaje es nuestro actual presidente.

Día tras día siguen apareciendo noticias que evidencian la realidad moral de la derecha española. Una derecha heredera, por línea directa, de los que fueron responsables, por acción u omisión, de los terribles años de la dictadura franquista que ayudaron a llegar al poder a un sádico asesino que no dudó en utilizar indiscriminadamente el terror para aniquilar a sus disidentes. Pues sí, estos herederos, de aquella derecha, aún hoy se sigue oponiendo a que los restos del dictador sean desalojados del infame monumento en el que reposan, igual que se oponen a la recuperación de las más de cien mil de sus víctimas que siguen esparcidas por las cunetas de esta mierda de país.

Los que con su voto permiten que un partido podrido hasta lo más hondo de sus entrañas siga gobernando, son corresponsables de que estén en franca descomposición las más altas instituciones del Estado.

Después de cuarenta años de vetos y censuras ahora descubrimos lo que era un secreto a voces: las miserias y artimañas de la Borbónica Monarquía (la más alta instancia del Estado) en la figura del “Emérito” cuyo comportamiento representa, sin ninguna duda, un gran ejemplo para toda la ciudadanía. “Dios guarde al Rey” o mejor aún: “Dios nos guarde del Rey”. A un Ejecutivo plagado de “animales políticos” y “grandes opositores”, amantes de los sobres con dinero negro y de los paraísos fiscales. A un Legislativo repleto de medianías, de lameculos vociferantes de doble moral que por un lado no quieren que el Congreso se convierta en un tendedero de ropa cuando un diputado de la oposición enseña unas camisetas al ministro de turno que evidencian la doble vara de medir de nuestra Justicia, pero que por otro defienden con uñas y dientes a sus correligionarios cuando son investigados por corrupción. A un Poder Judicial, en el que la mayoría de sus miembros no hizo la transición, controlado por el Gobierno a través del Constitucional, del Supremo, del Ministerio Fiscal y de la Audiencia Nacional

Hoy esta última institución acaba de condenar a Cassandra, una joven estudiante de magisterio, a un año de prisión y a una inhabilitación absoluta durante siete años, lo que le impedirá renovar la beca de estudios que tenía concedida así como acceder a ningún cargo público, o dicho de otra forma: cuando acabe su carrera, si es que puede pagársela, no podrá desempeñarla. Y el terrible delito cometido es el haber publicado trece chistes sobre la muerte de Carrero Blanco. Si hombre, aquel demócrata de misa y comunión diaria que se pasó treinta años como estrecho colaborar del “unigüevo”.

Atado y bien atado. Cuarenta años después de su muerte sus sucesores siguen encarcelando ya no solo, como antes, a los disidentes, sino también a los que se atreven a hacer alguna broma sobre los colaboradores de la dictadura.

El nauseabundo Rafael Hernando, portavoz de los populares en el Congreso, dice en la televisión episcopal (esa que hace lo indecible por lograr la concordia entre los españoles), que los familiares de las víctimas del terrorismo franquista solo se acuerdan de ellas para solicitar subvenciones. Y no pasa nada. A Pilar Manjón (presidenta de la asociación del 11M y madre de una víctima) la masacran, la vejan y la insultan por haber defendido la evidencia de que el mayor atentado de la historia de Europa era responsabilidad del gobierno de Aznar. Y no pasa nada.

Atado y bien atado. Aquí no se mete ni dios con los franquistas ni con sus descendientes. Al resto: leña al mono.

La cruenta guerra civil, una postguerra igualmente cruenta contra los derrotados y una dictadura de 40 años que cambió para siempre nuestro ADN, no nos deja reaccionar.

Decía Kapuściński que un país como España, o como cualquier otro que haya estado bajo una dictadura durante tantos años, necesita al menos un siglo para recuperar la normalidad.

La esperanza que nos queda, es que ahora mismo, si votaran solamente los menores de cincuenta años, los resultados electorales serían muy diferentes. Así que… paciencia, solo faltan otros cuarenta años.
Sampedro, Jorge
Sampedro, Jorge


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