Me contó un viejo comisario lo de la Policía Política. En la España democrática, un ex ministro tenía montada una especie de BPS (Brigada Político Social), que le llamábamos todos en tiempos de Franco. La del dictador servía para meter en la cárcel a los opositores al Régimen; esta, la del ex ministro, para conocer las miserias de los altos cargos, ya fueren del Estado, de las comunidades autónomas o de los partidos políticos.
El grupo lo formaban hasta hace bien poco los llamados pata negra del Cuerpo Nacional de Policía y eran capaces de meterse en las alcantarillas para espiar a los círculos de poder. La información conseguida se la hacían llegar directamente a su jefe y poseerla les convirtió en los hombres más poderosos de España.
El ex ministro es Jorge Fernández Díaz y la BPS la formaban Eugenio Pino, José Manuel Villarejo, José Luís Olivera, Marcelino Martín Blas, José Ángel Fuentes Gago y Bonifacio Díaz Sevillano, sus policías de confianza. A todos ellos los han apartado de la cúpula policial pero les han destinado a puestos excelentemente remunerados y les han dado medallas de esas que implican pensiones sustanciosas.
Las prebendas siguen con Juan Ignacio Zoido al frente del Ministerio de Interior y hay quien dice que, en las altas esferas del Gobierno, temen la confesión de alguno de estos espías incluso en el Parlamento.
Porque, el próximo día 5 de abril, se inicia en el Congreso una comisión de investigación sobre esta Brigada Política. El primero en declarar será el propio ex ministro Fernández Díaz. Pero también están citados algunos de sus policías de confianza y es posible que estalle la bomba que esperan los diputados.
Otra cosa. Es posible que se utilizara dinero de los fondos reservados en algunas de las investigaciones llevadas a cabo por esta gente, sobre todo para destapar los trapos sucios de la oposición.
En algún momento, esta semana, he pensado que estábamos aún en pleno franquismo; pero si no es así, exactamente, sí hubo y hay gente en las instituciones públicas a las que no parecen importarle los viejos métodos. Al ahora ministro de las cloacas no le importó decir en algunos medios que el presidente del gobierno estaba perfectamente enterado de todas sus decisiones.
