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Crónica ruinosa

viernes, 31 de marzo de 2017
¿Me dan ustedes su permiso para asomarme a esta ventana pública?

Espero que así sea, pues no es la primera vez que un servidor deja en ésta mensajes en pro de los valores humanos y medioambientales, y es justo que, si uno dedica su tiempo de asueto a hacer quijotadas en defensa de las injusticias ajenas, cuando se convierte uno en objetivo del intransigente viento en vez de solucionar los problema hallando razonables caminos lo hace por la vía rápida, es decir, casi huracanada, porque sabe que aunque circulen a la más alta velocidad, no descarrilarán.

Bien, me pedirán ustedes, lectores amigos, que me centre, voy a intentarlo, pero resulta difícil cuando lo desubican a uno, cuando el que suscribe reside en un municipio, la villa de Quiroga, en una de las viviendas de docentes que existen en este Colegio y pasa a encontrarse con la prohibición municipal de acceder a su morada porque en la del bloque contiguo de esas viviendas se desplomara parte de la cubierta. Supongo que si los responsables del Ayuntamiento tuvieran un chalecito adosado y al del vecino se le cayera parte del tejado, no le agradaría que le cerraran el acceso al suyo, y encima dijeran que es para protegerle.

En esa vivienda el afectado entraba todos los días desde las 9 de la mañana a las 6 de la tarde, pues al terminar su jornada laboral, que la realiza en el colegio inmediato, volvía a Montefurado, donde está su mujer asistiendo a su padre con 92 años. Es triste que te consideren “ocupa” en tu casa, perdón, en la casa cedida por la Delegación de Educación. Pues ahora este singular desahuciado está aguardando a lo que decidan los técnicos de la Delegación de Educación, pues el dictamen de los arquitectos municipales es de ruina total. En esta Villa llevo 30 años educando a niños en valores y me causa sorpresa, aunque en la vida de nada hay que sorprenderse, que cuando uno está a pocos meses, ya ni años siquiera, de jubilarse, casi lo lapidan con la “lousa” más dura que pueda haber en Quiroga, la que más lastima, duele y daña, la de la desconsideración, la falta de un trato más o menos correcto y cívico, por parte del Ayuntamiento.

Ahora ya se aprovecha el más mínimo temporal para, aliándose con él, y alegando defender la integridad común, hacer que el Maestro tenga que abandonar la vivienda de que es inquilino. Me entristece ese ejemplo para alumnos y alumnas que nunca pienso que sepan que un educador abandona la vivienda por la integridad física de todos. Reconozco que se debe proteger el bien de los demás, pero eso se puede hacer de una forma más razonable, vallando o cerrando las zonas afectadas, y no obrando tan drásticamente, cerrando primero la puerta de entrada del bloque donde vive este servidor, y luego todo el perímetro del recinto. Este docente tendrá que claudicar en la defensa de ese derecho que le da el disfrutar de una vivienda pública, pero retrasaré el desalojarla todo lo que pueda para al menos defender en lo posible ese derecho, a no ser que mi Delegación de Educación me obligara, pero pienso que al igual que cuando hay edificios en obras, a los residentes no se les cierra la puerta, se les ponen unas redes, o cualquier otro modo arquitectónico de acceder a la vivienda, en este caso también se podría solucionar por esa vía.

Pero mientras ejerza en el Colegio de Quiroga, tendré que ver con mis ojos empañados, cómo la vivienda en cuestión es precintada como si fuera un lazareto. Si tuviera de mi propiedad otro inmueble en el municipio de Quiroga, nunca utilizaría lo que no es mío, pero al no poseerlo es por lo que recurrí a ese derecho. Al Ayuntamiento le preocupan los peligros que pueda ocasionar el desplome, cuando la totalidad del desplome sería en el interior de la vivienda anexa, porque es un hundimiento de tejado. Pero todas esas preocupaciones me las debiera haber transmitido el señor Alcalde, al menos 48 horas antes, y no 5 minutos antes de acabar mi jornada con un escrito que me trae el Municipal y ya me tiene precintada la entrada, pues en esta vida nos debemos preciar, y por supuesto más los que ostentan cargos públicos, de resolver las cuestiones dialogando con los afectados, y no porque sea sólo una familia la afectada, gritar “¡Ruina!” y querer liquidar todo.

Todos somos conscientes de que en muchas ocasiones en las ruinas aparecen grandes sorpresas. Doy gracias a esta ventana informativa por dar cabida a estas palabras a quien parece que le ponen en la puerta de su domicilio el disco de dirección prohibida, y le señalan como dirección obligatoria la salida de Quiroga, población a la que llegué por primera vez, y casi anecdóticamente, un domingo de Ramos, pero ni llegué en burro, ni soy por desgracia Cristo, pero parece que aunque no lo hice en esa cabalgadura, alguno me toma por asno y con la vara de mando me indica el camino de salida de la localidad en la que llevo 29 años colaborando y aportando mi grano de arena para enseñar a pequeños y animar a mayores en la actividad cultural, pero como no soy jumento tampoco respondo con bocados ni coces, y sí con mi humilde palabra, con la voz del que no rebuzna, pero quetampoco quiere ser, ni él ni su familia, apaleado, deja en esta columna patente su silenciada queja, la misma que haría si esto le ocurriera a cualquier vecino, sin tener que ser compañero de profesión, pues una de las cosas más tristes en la vida mientras vivimos es verse con los pies fuera de una casa aunque no sea la propia.
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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