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Mis amigos de Ribadeo

lunes, 27 de marzo de 2017
El pasado verano realicé una visita a Ribadeo por varias razones: recordar y ver la evolución de la ciudad, pasear tranquilamente por sus calles, realizar una excursión en barco por la Ría y, en definitiva, disfrutar de un día agradable. Y lo logré. Pero estando allí, me apetecía disfrutar de sus tabernas y tomar unos vinitos en compañía de gente conocida. Curiosamente, dentro de una popular taberna, cuyo nombre no recuerdo, encontré a un viejo y apreciado conocido que en Viveiro llamábamos Paco de la Extensión Agraria. Un hombre del que guardaba un bello recuerdo trabajando en mi pueblo en mis años mozos. Nos agradó sumamente su compañía y generosidad y el ambiente cordial que curiosamente coincidió con “Alguien” que debió reconocernos y, para ser cariñoso, nos cantó: “Catro vellos mariñeiros”. Desde aquí nuestra gratitud. Hay detalles tan baratos y tan bonitos que hablan excelentemente de un pueblo, concretamente de Ribadeo. Más tarde, nos encontramos a mi apreciado vecino Toñín Moar, quien andaba apurado, pero que aun así, nos aconsejó muy bien sobre el lugar donde comer. Los pueblos con los que se convive están llenos de recuerdos y surgieron en mí las imágenes de personas tan queridas como Merengue o Cobelo, dos antiguos ribadenses conductores del coche de línea entre Ribadeo y Viveiro. Eran tan queridas en mi casa, el antiguo bar “La Aldeana” de Viveiro, que parecían de la familia. Ellos, junto al por entonces viajante de farmacia, Sr. Guerra, vieja gloria del fútbol ribadense, contradecían, con su bondad y comprensión, aquellas absurdas rivalidades políticas entre Ribadeo y Viveiro que algunos, que en vez de luces tenían linterna, fomentaban. También recordamos cuando, ingenuamente, habíamos montado nuestro tenderete de “Poesía en la calle” con motivo de la Jira de Santa Cruz. O cuando, más recientemente, visitábamos a nuestros amigos Elia y Vicente, nuestros agricultores ecológicos, para comprar comida de calidad. Seguiremos viéndonos (D.m). Hay más gente de grato recuerdo y anécdotas simpáticas como cuando el Hijo de Guerra no me dejó tocar el balón en un partido de fútbol de aquellos que se jugaban por las fiestas. A mí lo que más me interesaba era la verbena. Pero la cosa no acaba aquí porque, de vez en cuando, todavía nos juntamos Blanco Pardeiro, Tojal, Lozano, Ramil… antiguos compañeros del Seminario de Mondoñedo para recuperar y mantener aquella hermosa amistad de juventud. Son lazos que unen a los pueblos con sincero cariño y que hermanan, sin competencia alguna, a la Torre de los Morenos con nuestra Iglesia de Santa María, que unen al Puente de los Santos con nuestro San Roque… Vidas paralelas y suertes paralelas, cada cual con su peculiaridades, donde las personas caminan y sueñan trabajando en lo que se encuentra, aspirando a mejoras, soportando a indeseables, venciendo miedos y luchando por cosas tan sencillas como el pan y el amor. Abrazos sinceros.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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