Defensa nacional

El Gran Capitán, al que injustamente Fernando el Católico le pidió cuentas por sus triunfos tras haber creado la baratísima infantería con sus tercios, invencibles durante siglo y medio, avergonzaría hoy a los diputados españoles que pretenden reducir el magro presupuesto de Defensa nacional, como entonces hizo con el Rey.

Podemos ha comenzado a enviar a sus responsables políticos la consigna de que el próximo presupuesto de Defensa, que previsiblemente consensuarán PP, PSOE y Ciudadanos, y que es uno de los más bajos del mundo en relación con el PIB nacional, le roba fondos y provoca el cierre de escuelas y hospitales.

Primero, la afirmación es falsa porque ese gasto social se incrementará. Pero incluso a pesar de las reducciones durante la crisis no adelgazó lo esencial de esos servicios; la prueba es que el último lustro siguieron mejorado nuestra esperanza de vida, según la OMS, y la educación, según PISA.

Sin una defensa fuerte todo país situado cerca de áreas en conflicto corre peligro, y la mitad norte de África y el oriente cercano son áreas cuyo desequilibrio amenaza a los españoles, a nuestras familias, a toda nuestra existencia.

Si cualquier amenaza se ejecuta no habrá escuelas, hospitales ni posiblemente comida. La primera defensa es la puerta que cierra la entrada de nuestra casa. Nos protege cualquier invasor y de okupas que se quedarían con lo nuestro a palos o tiros.

Lo mismo que hay policías por las calles, las FF.AA. deben estar en los lugares donde hay conflictos que pudieran afectarnos a medio o largo plazo. Son la puerta del país.

Debemos apoyar a esas FF.AA. para que desde la misma España y desde los catorce países que ayudan a pacificar ahora sigan protegiendo nuestras casas, escuelas, hospitales, nuestras vidas y la comida de nuestras familias.