Quedarse en el medio

Siempre sostuve que el centro, en política, no existe. Es una forma de estar sin decir nada. Se corre el riesgo de ser, como en el futbol, un medio estorbo. En cuanto alguien achica los espacios, el que está en el medio pierde el suyo.

Viene a cuento del lugar en el que se ha colocado Ciudadanos. En Cataluña nacen y se desarrollan, a costa del PP y de un socialismo dirigido por el inefable Montilla, que preside aquel tripartito capaz de las mayores estupideces consentidas por el gobierno inculto y sonriente que conformaron: ZP, Pepiño y nuestra paisana ourensana Elena Salgado.

De ahí y con la causal ayuda del grupo mediático Planeta, aparecen en la vida de unos españoles indignados y huérfanos de representación política. Se presentan bien, aseados, modernos, universitarios, comunicativos desde la zona alta a la más sencilla del cohorte poblacional. Y así irrumpen con éxito en el Parlamento Nacional con 40 escaños.

Pero con el paso del tiempo pierden frescura. Me recuerdan a nosotros mismos, los de Unidad Alavesa. No sólo deben oponerse al nacionalismo tramontano, es necesario que sepamos y nos digan, alto y claro, que pretenden en positivo. Y ahí viene el rebote hacia abajo. No es lo mismo predicar que dar trigo. Además de no situarse con nitidez en cuanto a los derechos ciudadanos, cometen el error del abrazo del oso. Se dejan abrazar por el PP que, como los viejos truhanes, saben como el papel lo aguanta todo. Y aunque lo que se escribe se puede leer, no quiere decir que sea dogma de obligado cumplimiento.

Por lo de pronto, tenemos gobierno Rajoy gracias a Cs y al cisma del PSOE. Ambos lo están purgando en las encuestas, mientras crecen PP y PODEMOS. Los primeros a costa de Ciudadanos y los segundos a costa de los socialistas, hoy socialdemócratas.

Ni siquiera en el pacto anti corrupción han logrado mover al mastodóntico partido popular. Cada vez que se intenta alguna novedad parlamentaria, más allá de las cuentas públicas a inventario de Bruselas, el PP saca a colación las dificultades del marco Constitucional. Y así, se mantienen con aquella vieja cantinela de que "para que todo siga igual es preciso que algo cambie".

A Rivera le veo cansado, quemado, sin argumentos ilusionantes, sin iniciativa, se han hecho viejos en muy poco tiempo. Lo único que han aclarado es: no son socialdemócratas y si liberales (?); se llevan peor con PODEMOS que antes de aquella famosa entrevista organizada por Eboli en una cervecería en la que tuve la emocionante sensación de que Pablo y Albert eran el futuro que necesitaba este país, harto de estar harto de políticos charlatanes, circunspectos y malandrines.

Mientras PODEMOS tras un congreso, de los de verdad, pugna por proyectos dispares para que las gentes eligieran, ha salido fortalecido y se convierte en el núcleo fundamental de la izquierda española, Ciudadanos se ha difuminado. El PP le ha ninguneado. Los viejos lobos o hienas de la calle Génova en Madrid, les han engañado o toreado. Hay muchos dirigentes del partido naranja que se han decidido a "tocar poder". Eso nos pasó en Unidad Alavesa y comenzamos el camino de la autodestrucción. Tenía razón la hija de Eduardo Punset, desde Valencia...

A Ciudadanos no le queda más que una oportunidad. Jugar fuerte, incluso a riesgo de convocatoria de elecciones, pero no puede tolerar un pacto en el que los del PP interpretan a su antojo lo que firmaron. La regeneración democrática debe ser la bandera del Cs. Las reformas su razón de estar en las Instituciones. Rivera debe volver a recuperar un discurso alto, claro y contundente. Si se vuelve a dejar engañar por una supuesta responsabilidad de Estado, se convierte en un apéndice del dueño de la falacia, es decir, el PP. El Estado está en crisis.

Los partidos emergentes deben regenerar, modificar y poner al servicio de las demandas ciudadanas, al Estado de Derecho.