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El nudo gordiano

lunes, 06 de marzo de 2017
El nudo gordiano A vueltas con la Memoria histórica tenemos que embocar el túnel del tiempo y trasladarnos al 333 a.c. a la ciudad ‎de Gordio en Frigia, en la actual Turquía, donde llegó victorioso Alejandro Magno que en su camino a Persia se enfrenta al nudo que tenía los cabos ocultos y de un tajo "tanto monta corta que desatar", que a grupas de la leyenda lleva a Fernando II de Aragón, el Rey Católico a tomar como lema "tanto monta", que más adelante Isabel de Castilla convierte "en tanto monta monta tanto Isabel como Fernando". Entre Alejandro y Fernando pasan muchos siglos, pero la hazaña de Gordias el campesino que con su yunta de bueyes y un cuervo al hombro fue proclamado rey pervive y ha llegado hasta nuestros días. Un nudo gordiano de nuestros días es sin duda la cuestión de la emigración y haría falta un nuevo Alejandro en toda su gloria y poderío o un Fernando siguiendo los consejos de Maquiavelo para desatarlo. En España reina la hipocresía y las falsas verdades. Por una parte muchos se rasgan las vestiduras ante la injusticia que se comete con los refugiados y emigrantes en general, mientras al mismo tiempo la prensa más proclive a acogerlos se alarma ante el salto a la valla de los africanos en Ceuta y Melilla y se especula con las motivos ocultos de la politica marroquí para no actuar como temibles gendarmes y se saca a colación las mafias y se relatan las penalidades de estos miserables de Víctor Hugo,pero todos estos artículos destilan alarma social y no alegría desbordada por la entrada de estas personas que llegan sin medios y las más de las veces sin oficio ni beneficio, pobres de solemnidad y cuyo destino en España es muy sombrío. La realidad es que estamos ante un problema gravísimo. Un Plan Marshall para África permanece como papel mojado maxime cuando a los europeos se nos exige aumentar drásticamente los presupuestos en defensa. La normalizacion de Irak y de Siria esta lejos de alcanzarse. Los países protagonistas de la primavera árabe tienen muchas carencias y no tienen estabilidad, ni social ni política. Francisco se desgañita clamando por la suerte de estos infelices, pero al mismo tiempo los católicos y cristianos sufren una persecución digna de los tiempos de Diocleciano. Por lo tanto el nudo gordiano sigue con sus cabos ocultos y nadie lo desata. Los populistas de derecha e izquierda braman y muchos ciudadanos estamos perplejos. No queremos salvadores, somos contrarios a los hombres del destino, pero este nudo gordiano pesa sobre nuestras cabezas, nos crea mala conciencia, nos destroza eticamente y tenemos que entre todos los europeos encontrar propuestas viables para avanzar hacia un mundo más justo y solidario.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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