Marlon Brando y los estibadores

Los cinefilos no se han perdido "La ley del silencio" ‎del ya lejano 1954, que en inglés se llamaba "on the water front"en el muelle" y en México "Nido de ratas", que protagonizaba un duro de culto, cuyo físico se iría derrumbando hasta su muerte y que llevo el escándalo por bandera en su vida privada y profesional por el sobresalto de "El último tango en París" que escandalizó a los bienpensantes y quito el sueño a muchas damas y damitas. En la película de estibadores, de clanes que controlan a rajatabla un muy duro trabajo se nos plantea en imágenes en blanco y negro una realidad que escapa a las personas alejadas de los negocios del mar. Hasta un noventa por ciento de nuestros consumos proceden del tráfico de los contenedores por medio mundo en gigantescos buques que contaminan más que todos los automóviles. Haría falta ser un Roberto Saviano para documentarse e informar sobre los tráficos ilicitos, a veces nocivos para la salud y siempre para la hacienda pública. Solo se pueden inspeccionar un dos por ciento de los contenedores, simplemente por falta de tiempo. En Corea del Sur se manejan millones de contenedores, lo mismo en Hong Kong y en Rotterdam. En España la huelga de los estibadores puede afectar a nuestra exportaciones y cortar la racha alcista de este sector tan vital para nuestra recuperación económica. Es un sector estratégico que afecta también a la salud pública y a la seguridad internacional. La Unión Europea de la que formamos parte y de la que hemos recibido muchos fondos estructurales que han impulsado nuestro despegue económico nos obliga a liberalizar la estiba so pena de pagar 123.000 euros diarios de multa. Los estibadores muy organizados se resisten. Temen perder sus elevados salarios y la continuidad laboral. El problema para el gobierno es peliagudo. Por un lado se tienen que defender los empleos españoles ante la avalancha previsible de filipinos y asiáticos y evitar que se introduzcan prácticas mafiosas en el tráfico de mercancías, por otra parte tenemos que acatar la directriz de Bruselas. Aquí entra en liza la habilidad política de nadar y guardar la ropa, defender a nuestros estibadores sin desobedecer a los eurocratas de la capital de Europa. Casi nada al aparato. A los políticos se les elige y paga para que resuelvan los problemas y en el caso del arrojado y guapo Marlon Bando tendrán que lucir y utilizar mucha materia gris para salvar a la cabra y a la lechuga. Sentidiño gallego a toneladas para conseguir que los Marlon Brandos puedan convertirse en estibadores sin ser apaleados y que las empresas que organizan el cotarro sean nacionales y no se nos vaya por el desagüe el baby del empleo.