
Once jugadores, once futbolistas de once nacionalidades diversas. Esto sucedió en Granada. Parece un cuento de La Alhambra. Tres españoles frente a dos españoles. Acaeció en Madrid y los tres defendían los colores azules, ese día negros, del Napoli, mientras los dos la camiseta merengue del Madrid. La mundialidad ha llegado a los estadios. Los equipos de los principales campeonatos europeos son combinados universales. Muchos africanos, árabes, argentinos, chilenos, colombianos, serbios, croatas, chinos, japoneses e incluso españoles, franceses, ingleses e italianos. Los muros que impiden la llegada de los emigrantes se derriban en el fútbol y mexicanos y estaounidenses comparten equipos. Israelíes y árabes se juntan en torno a un balón. El fútbol, el soccer, se ha convertido en un fenómeno global. No hay fronteras. Los protagonistas y sus patrones son todos del ancho mundo. El Valencia depende de un magnate de Singapur. El Inter de Milán de un Nabab del sudeste asiático. Lo que las cabezas no consiguen lo logran los pies. El mundo al revés. Es la filosofía del espectáculo, que como en el circo romano de tiempos de Neron y Diocleciano exige gentes y fieras para divertir al personal. Panemn et Circensis. Pan y Fútbol. No se trata del buenísmo, del todos somos estupendos, del abracemonos todos, sino de una realidad, que como en Los Cármenes de Granada, en el Santiago Bernabeu de Madrid, en el San Siro de los clubes milaneses o en Stanford Bridge de Manchester se impone y consigue llevar los ideales de las Naciones Unidas de cooperación entre gentes de todos los países del mundo se plasman en estos estadios, directivos, jueces, jugadores, técnicos, aficionados todos de cada casa y de cualquier lugar. Hay radicales como en la vida misma, pero sus organismos internacionales UEFA y FIFA hacen campañas contra la violencia y el racismo. Existen corrupros y donde no los hay, pero resaltemos los aspectos positivos de plasmar imágenes que reúnen grupos de todos los paises,colores y credos. Este espíritu de cooperación tendría que trascender los estadios y los ámbitos de la política, para propiciar una verdadera fraternidad. El mundo al revés. Se construye con los pies. Es de esperar que algún día llegue también a las mentes.