
La política como vida cotidiana, la política como utopía y la política como trabajo. Pocas veces hay un fin de semana de maniobras políticas de todos contra todos como en este fin de semana lluvioso y plumbeo de febrero en Madrid. Los populares grises, preparados y eficaces, los chicos de podemos iconoclastas, entusiastas y desordenados, los cargos y empleados, los del aparato que viven de la politica los socialistas.La división entre quienes viven para y los que viven de. Son los activistas. Una minoría que hace navegar la barca. Tres modelos, quienes trabajan, los que conspiran, los que se lucran. Claro es que la división no es tan radical y se entremezclan. Los vividores prosperan junto a los tecnócratas, los revolucionarios y los funcionarios. La corrupcion que cabalga a los lomos de la política. El poder irradia una gran fascinación irresistible, los logreros, los trileros, circundan a los líderes y les separan de la realidad. En los tres escenarios se respiraba complacencia, crispación y determinación. Un espejo de sus líderes placidos y con sentido común, galvanizados por ambiciones y pasiones y satisfechos con mucho y avivado apetito. Un triángulo. Tres círculos. Los conformistas, los que no se conforman y los dispuestos al banquete. El sentidiño, el esperpento y el aparatzik. A veces todo en uno. El Moloch perfecto. Los parados y los que no paran.Quienes delegan y quienes toman el futuro en sus manos. Los que hacen de la politica una obsesión y pierden el norte, quienes desean crear un hombre nuevo forjador de tiranías y de utopías ensangrentadas, todo un caleidoscopio de retazos de vida. Quienes venden esperanzas al por mayor y desean una agitación permanente para después satisfechos sentarse a la mesa para el banquete, el ciudadano refugiado en sus circunstancias personales asediado por todos los activistas de todas las causas. Una minoría que dirigirá a la gran mayoría. La magia de Merlín les acomuna a todos, sin ella sus mensajes no llegarán a los ciudadanos para unos, la gente para otros. Este triángulo nos persigue a todos y cuanto menos interfiera con nuestras vidas cotidianas, nuestras actividades y nuestros sueños será más tolerable y menos dañino e incluso beneficioso cuando permita la creatividad, que será el bálsamo de Fierabras.