A proposito de los emigrantes

En julio de 1999 asistí a un curso de Lengua y Cultura Gallega, en el Instituto de Lingua Galega de la Universidad de Santiago de Compostela. Fue una experiencia inolvidable, tanto académica como fraternal.

El 25 de julio, día del Apóstol Santiago y efemérides de Galicia, concurrimos todos, alumnos, profesores y amigos, a la celebración multitudinaria en la Praza do Obradoiro.

En nuestro grupo estaban los padres de un joven estudiante y compañero nuestro, Antonio Serrano, procedentes de Murcia. El papá vestía una elegante chaqueta de hilo panameña; se la quitó, colgándola en su brazo izquierdo, pues hacía un intenso calor (vai moita calor, como dicen los gallegos). De pronto, se percató que le habían hurtado la billetera. Era un problema serio, no por el dinero que en ella había, sino por la pérdida de los documentos de identidad y las tarjetas de crédito... Le acompañamos a la estación de policía más cercana, donde estampó la denuncia.

Al día siguiente, uno de los tantos estudiantes compostelanos, encontró los documentos en un tacho de basura. Faltaba la billetera de cuero fino y tres mil pesetas. Serrano padre suspiró aliviado ante la recuperación de los documentos.

Cuando ingresé al comedor comunitario, a la hora del almuerzo, varios alumnos "echaron la talla" o me fixeran brincadeiras, diciendo a viva voz: -"Cuidado con las carteras, miren que entró el chileno"...

Exhibían uno de los periódicos de mayor circulación en Galicia, cuyos titulares rezaban:

"Desbaratan banda de carteristas en Santiago (de Compostela). Sus cinco integrantes son chilenos".

¿Qué más podría yo haber agregado? Entonces recordé lo que Marisol me contara, cuando vio en los 80', en algunas tiendas del centro de París, la siguiente advertencia: "Si ve a alguien robando, es un chileno. Eso es parte de su cultura".

Pero ni en Galicia ni en Francia dijeron o escribieron entonces, como hoy en Chile, que "los inmigrantes vienen aquí a delinquir y a quitarle el trabajo a los chilenos", a lo que se suman las voces de dudosos "prohombres", como Piñera y Lukcic, por nombrar a los más fachendosos...

Mi abuela hubiese dicho: -"¡Por Dios que nos falta cultura, hijo!".

Amén.