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Cumplir la ley

viernes, 03 de febrero de 2017
Cumplir la ley Cuando en el año 399 antes de Cristo, Sócrates aceptó la pena de muerte y murió por cumplir la ley, escribió una de las páginas más importantes de la historia de la democracia. La cicuta que le paralizó el corazón simboliza el acatamiento del ciudadano a las leyes, incluso cuando son injustas. Los romanos lo expresaban como 'Dura lex, sed lex'. No existe democracia cuando los ciudadanos no observan las leyes. Esta idea del cumplimiento de la ley es de primero de derecho y es la base sobre la que se levanta y se sustenta el edificio legal. Esta reflexión viene a cuento cuando últimamente se escucha una frase absurda, que "no debe judicializarse la política", en otras palabras, que los políticos no deben acatar la ley y pueden hacer de su capa un sayo. Es una frase disparatada. Las leyes tienen mecanismos para ser derogadas y sustituidas por otras. Esa es la manera de actuar en democracia. En caso contrario, porque deben los ciudadanos pagar los impuestos o respetar las leyes de tráfico. Es una desfachatez propia de quienes desean burlar la ley. En este caso concreto los independentistas catalanes y sus amigos y en menor medida los vascos. Estos últimos respetan las leyes, pero se quejan. En el caso del President Puigdemont y sus secuaces se trata de hacer su real gana, de saltarse la ley a la torera e instaurar una realidad revolucionaria basada en el sofisma de que ellos solo respetan sus propias leyes que emanan del Parlamento catalán. La autonomía que preside la Generalitat se apoya en las leyes de obligado cumplimento en toda España, emana de la ley de leyes la Constitución española, que además fue aprobada en referéndum por la mayoría de los catalanes.‎ Por lo tanto nadie puede apelar a no judicializar la política, todo ciudadano sea político, payaso o bombero, debe cumplir la ley y cuando no esté de acuerdo sufrir las consecuencias o tratar de cambiarla utilizando los cauces legales previstos en la Constitución y el ordenamiento jurídico. Los revolucionarios derogan violentamente las leyes existentes e imponen por la fuerza las nuevas. En Cataluña se pretende conseguir lo propio mediante la farsa y la perversión de la realidad, para ellos lo blanco no es blanco es del color que les conviene para sus fines. El problema es que se ha instaurado el disparate de permitir que no se cumplan las leyes, cerrando los ojos, como un arte de apaciguamiento que está consiguiendo que estos revolucionarios de pacotilla vayan construyendo su propia falacia de nación para paso a paso y mediante malas artes y astucias infantiles conseguir la desconexión con España. Primero deben cumplir a rajatabla las leyes y el llamado diálogo, invocado por sus compañeros de viaje, debe consistir en discutir las medidas democráticas para cambiar las leyes actuales, pero nunca debe aceptarse esa falacia de permitirles hacer su voluntad violando las leyes. Por favor sustituyase la frase "no judicializar la política" por "las leyes obligan por igual a todos los ciudadanos".
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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