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Rapiña y mamandurria

martes, 24 de enero de 2017
Mientras el ciudadano medio se pasa a vida discutiendo si es mejor ésta o aquella ideología y se aferra a la suya sin otros argumentos que no salirse del carril, nuestros políticos y ex –políticos, de uno y otro signo, viven su peculiar retiro aferrados a consejos de administración de las eléctricas, telefónicas o constructoras u otra mamandurrias, que son realmente la que mandan en el país.La pasta es la pasta, aunque sea de papel, y los grandes demagogos la necesitan para mantener su estatus.

“Ecce homos” como Aznar o Felipe chupando de la teta de las eléctricas a sabiendas de la pobreza energética de cinco millones de españoles. Los gobiernos, que presumen de ser los que dirigen al país en determinada dirección, sólo son títeres de los lobbys de presión. Y, si no me creen, ahí tienen ustedes los últimos abusos con el recibo de la luz o al Estado sufragando las pérdidas de la constructoras en la radiales de Madrid.

Mucho se ha hablado de la crisis, de la reforma laboral, del paro y de una serie circunstancias adyacentes, pero poco de la vorágine de despilfarro en que se ha instalado la sociedad hace unos años construyendo obras megalónomas, como el Gaias por ejemplo, sin otra finalidad que satisfacer el ego del político de turno o participar en las rivalidades localistas de las ciudades.

Pero, no sólo eso. Se sobredimensionó la Administración, con duplicidad y hasta triplicidad de funciones, y se crearon puestos de trabajo artificiales que sólo sirvieron para justificar sueldos, pingües sueldos que salen de la hucha del Estado.

Pero eso nunca pareció importarle a mucha gente, ni tampoco que se arruinara la Seguridad Social. Aquí todo el mundo parecía –quizás siga igual- vivir ajeno a la rapiña en los presupuestos del Estado. Todo el mundo el mundo se creía más listo cuanto mayor fuese la tajada y ejemplo significativo de esto fue la dirección de la caja de ahorros cuyos mandamases sólo vivieron con el objetivo de enriquecerse personalmente. Moral distraída, que antes se atribuía a las señoritas de compañía.

El problema, a mi entender, no fue sólo los errores de los gobiernos, que son claros y manifiestos no poniendo coto a tantos desmanes de las grandes empresas obligándolas a actuar con respeto hacia la ciudadanía. El problema mayor ha sido la pérdida, si es que se tenía, de la ahora tan manoseada ética. Y, los buitres, los pícaros, los golfos han desvalijado las arcas del Estado, de la Seguridad Social, de los bancos… y allí donde hubiere algo que rascar.

Y de aquellos polvos…una sociedad que ve como sus preparados jóvenes huyen; como los pensionistas estamos todo el día ojo avizor a ver qué va a pasar; como los recortes nos llevan a una precariedad de servicios mucho peores que hace veinte años; como el paro, esa infumable lacra que no logran corregir, sigue generando unas bolsas de pobreza indescriptibles; unos trabajos cada día más precarios y unos empresarios que se enriquecen aprovechando la coyuntura…

Mientras muchos pasean, vegetan, discuten de cualquier chorrada, beben y cantan en las tabernas, presumen de haber “jodido” a la Seguridad Social , sueñan con cualquier conquista amorosa…. y están convencidos de que son hombres. En este bosque y con esta fauna vivimos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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