La América blanca al poder

Ante dos Biblias juro Donald Trump defender la Constitución de los Estados Unidos. Se convirtió en el 45 Presidente de un país que desde George Washington ha respetado siempre las reglas democráticas, sin nunca caer en la tentación autoritaria. Una vez más se cumplió el protocolo y se guardaron las formas. Fue una de las transiciones más difíciles que se recuerdan. Obama no respetó la tregua que se produce entre el día de las elecciones y la toma de posesión, dos meses y medio, en que normalmente se concuerdan las decisiones. Defendió con uñas y dientes su legado y quiso poner bastones entre las ruedas a su sucesor. Se autoproclamo defensor de las libertades e hizo avances en política exterior contra la voluntad expresa de Trump en dos temas muy sensibles las relaciones con Rusia y Palestina. Lease mi artículo 'La agonía del Santo Negro'. El juramento fue sencillo ante toda su familia, su elegantisima esposa y esas hijas y yernos de technicolor, que parecen sacados de Mujercitas. Los expresidentes excepto Bush padre por su delicada salud fueron testigos del lance y los Obamas perdieron parte de su carisma, el poder dignifica y embellece. Se desplomaba su "si se puede" y su mensaje kennediano y Michelle de primera dama se convertía en matrona sobrada de kilos. El discurso de Donald fue breve y conciso. Puso patas arriba al establishment de Washington, a toda la clase política y prometió devolver el poder al pueblo y defender los intereses de América, el trabajo, las infraestructuras, las fronteras y acabar con los olvidados. Sus seguidores demostraron un entusiasmo contenido y por lo que se vio en televisión eran todos blancos, blanquísimos. Sorprendente esta América capaz de elegir a presidentes tan diferentes como Obama, el negro, el mestizo, el hispano, el asiático, el multietnico y como Trump el europeo, el blanco, el de la América peregrina que llegó en el Mayflower‎. Un cambio de ciento ochenta grados y esto es prodigioso que pueda hacerse en un marco democrático. De una América redentora del mundo, que causa graves destrozos en Siria e Irak y que patrulla medio mundo se pasa a un país continental que se encierra en sí mismo y desea reconquistar el sueño americano. En política exterior su única promesa ha sido acabar con los yihadistas. Promete trabajar duro con su equipo de empresarios y gestores. Su personalidad excéntrica le hizo decir antes del discurso, que si llovía se vería que su pelo aflequillado era auténtico. Habra que ver cuales y como son sus primeros pasos en el gobierno, lo que está claro es que los Estados Unidos estuvieron ocho años guiados por el buenismo de los mulatos y que ahora toman el relevo los blancos con muchas ganas de trabajar y revertir todos los tópicos y devolver el poder a las mayorías.