La agonía del Santo Negro

La sorpresa por la derrota de Hillary Clinton y el final de su mandato han puesto muy nervioso al inquilino de la Casa Blanca, que de Santón y Padre de la Patria si hubiera ganado Clinton se convierte en un expresidente sin más, con sus luces y sombras, estas últimas agrandadas por sus ‎rivales y críticos republicanos. Saltándose un protocolo no escrito de concordar la política exterior con el candidato ganador se ha empeñado en ejercer de Presidente con plenos poderes hasta el momento de la jura de Donald Trump el 20 de enero. Tiene prisa por hacer lo que no hizo en sus ocho años de mandatos en tres direcciones Israel, Rusia y Japón. Su "si se puede" se tradujo en un tibio apoyo a Israel, en un enfrentamiento con Rusia y en un tratado de libre comercio con países asiáticos. Con muchos discursos cargados de retórica buenista, como un predicador micrófono en mano, ante una feligresía política. Michelle su esposa muy activa en sus campañas contra la obesidad infantil paseo su corpulencia por muchas escuelas del país y recordó su pasado esclavista. Una perfecta Cabaña del Tío Tom. La familia Obama pasa a segundo plano, antes del baile del poder de los ambiciosos pretendientes de sus hijas, que no faltaran. Es un ocaso sobrevenido para Barack que se ve empequeñecido ante el inevitable relevo. Ha dejado el buenismo, lo ha escondido, para mejores ocasiones y remangandose la camisa ha empezado a repartir mamporros a un espantapájaros con cara de Donald que tiene en su jardín. Toma! Toma! Toma! y bofetón va y viene. Sus ayudantes le tranquilizan y le acompañan al Despacho Oval donde Michelle le ha preparado una tila muy cargada. Nada de asentamientos! brama Barack enfurecido, Crimea no se toca!, Japon mon amour! La tila surte su efecto y Obama se calma. Llama por teléfono a Kerry y le convoca a una reunión a primera hora de la tarde. Con voz entrecortada le dice "tenemos que hacer un buen plan, para aprovechar al máximo estos dias". Guiña los dos ojos al mismo tiempo y vuelve a sumirse en el desconsuelo de lo que pudo haber sido y no fue. Se recobra y prepara unas medidas contra los perfidos hijos de Putin, para tratar de estropear la previsible luna de miel entre Donald y el Presidente ruso. Desea oponerse a una reedicion de la Santa Alianza, un nuevo Congreso de Viena entre Rusia y Estados Unidos. Se siente un hijo desheredado de Napoleón Bonaparte y se opone al previsible nuevo orden mundial. Estos últimos coletazos de su segundo mandato todavía reservan sorpresas, pero el reloj del tiempo avanza inexorablemente y las campanas doblan lastimeras para un Presidente que tiene fecha de caducidad y tiene que irse irremediablemente en su helicóptero presidencial. Gloria transit mundi.