La Cruz de Francisco

En un soleado día romano el Papa Francisco en su homilía de Navidad trazo un sombrío panorama internacional. Un rosario doloroso de guerras y desavenencias que enlutan al mundo.‎ No dejo títere con cabeza. Siria y la ciudad mártir de Alepo, Irak, Libia, Nigeria, República Centroafricana, Nigeria, Ucrania, Colombia y Venezuela. La situación de la infancia en zonas de conflicto y de los refugiados. Francisco desea que las buenas palabras huecas se conviertan en hechos y que de los buenos deseos se pase a progresos tangibles. En repetidas ocasiones el Papa argentino ha hablado de la persecución de los cristianos que ha comparado a la de Nerón y Diocleciano. Para Bergoglio estamos inmersos en una tercera guerra mundial. El Papa de los pobres y de los refugiados se siente asediado por un entorno hostil rodeado de una magnificencia vaticana que reprueba y que trata de despojar de algunos de sus símbolos y por una Curia romana que le hace fruncir el ceño por su resistencia al nuevo estilo del Papa jesuita. Comprende que sus amigos, sus potenciales aliados en el tablero político tienen también muchas sombras. Concretando la Rusia de Putin que es el bastión del cristianismo en el mundo de hoy, un Donald Trump que desea revivir la Navidad y que se muestra paladín de la confrontación con el mundo musulman, un frente populista que deja mucho que desear y que no encuentra el calor, sino la tibieza de muchos de los cristianos europeos. Son aliados potenciales que ciertamente no pueden gustar a Francisco, que también condena a la tiranía del dinero y a su explotación, en una visión inevitablemente teñida del sempiterno peronismo argentino. Un Papa que proclama el amor hacia todos las religiones abrazando la Enciclica Pacem in Terris de Juan XXIII, que es profundamente religioso y tiene la cercanía del párroco y un gran calor humano, que desarma a sus críticos. Se le ve atormentado aproximándose en esta faceta a Papa Montini Pablo VI, es el Santo Padre de las periferias del mundo, del mundo de los humildes, que quiere una Iglesia de los pobres, pero que es consciente de las resistencias que tiene que afrontar y se ve angustiado ante el panorama de persecución y martirio de los cristianos, sin duda refleja el momento que atraviesa la política internacional, con sus muchas sombras, pero su personalidad tan activa que rezuma su intensa fe por todos los poros y contagia esperanza a quienes le rodean. Amigos el Papa Francisco nos brinda en sus palabras de Navidad un mundo en crisis, con sus guerras, sus populismos, sus dramas cotidianos y nos ofrece el consuelo de la fe y abre las puertas a la esperanza, que centra en el Niño de Belén.