El Malecón de Carmena

En Madrid se ha cometido el delito de secuestrar la Navidad y en su lugar organizar una fiesta por el solsticio de invierno en las inmediaciones del Puente del Rey del macilento Manzanares en que se convoca a los madrileños a acudir con farolillos a lo triunfalmente califica como "gran desfile de luz" y se nos dice que será "un encuentro lleno de sorpresas color y luz y fuegos artificiales para celebrar el fin del otoño y el inicio del invierno". Esta fiesta pagana que remeda a las celebraciones de la época del Terror de la Revolución Francesa tendrá lugar el 21 de diciembre a las siete de la tarde. Carmena que el año pasado disfrazó a los Reyes Magos de payasos de circo este año se supera y aspira a convertirse en diosa de la razón, aunque sin despojarse de sus vestiduras para no asustar al personal. En su furia iconoclasta en las iluminaciones que adornan las tardes y noches madrileñas ha desaparecido todo rastro de la fiesta religiosa, ni el Portal de Belén ni los belenes, ni María, ni José y ni siquiera los desahuciados por Benedicto XVI el buey y la mula‎ aparecen en los dibujos luminosos geométricos. La alcaldesa y sus okupas autores de este secuestro y de su sucedáneo pagano, que ya empezó, todo hay que decirlo con el modernista Gallardón, parecen satisfechos de su hazaña de querer cancelar mil años de historia y volver a los tiempos estériles e incluso sangrientos de confrontación religiosa de la Segunda República con quema de conventos incluida. Carmena, que ha modulado su voz ya no tiene el tono llorica y quejumbroso de los primeros meses, ha acudido a Roma con su amiga Inmaculada de Barcelona para asistir a una reunión de alcaldes y refugiados. Se mostró dispuesta a la acogida y pidió más competencias para los Ayuntamientos en esta materia. Me imagino que en la Plaza de San Pedro habrá cerrado los ojos para no ver los preparativos navideños del árbol este año donado por Bosnia y Herzegovina y del monumental nacimiento, aunque tal vez en su delirio laico habrá visto personajes de ese orgullo que tanto le gusta en vez de pastores y a sus adorados Iglesias y Errejon en forma de Reyes Magos, acompañados por el de Compromis. Volvamos a las fazañas de nuestra regidora. Ha convertido la Gran Vía en los fines de semana en un sambódromo, pero sin música ni mulatas, como homenaje a su llorado Fidel y desea que las masas se hagan con el control citadino y faciliten la labor de carteristas y timadores, que esperpento, mientras nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores con Ignacio Ibañez a la cabeza se desviven por los discapacitados, en todo el tobogán de la Gran Vía no hay ni un solo banco para sentarse, tomando por sentado que los que tengan problemas de salud o de edad no acudirán a este paseo multitudinario que parece, me refiero al último fin de semana, escenario de una de las múltiples marchas que se llevan a cabo en la capital por las más variadas causas, a esta hay que bautizarla "Con Fidel por el Malecón". Los cortes de tráfico son lógicos en ciudades europeas con muchísimo tráfico cosa que no ocurre en Madrid excepto en la M-30 que ciertamente no se puede peatonalizar. Son ocurrencias a falta de poder facilitar medidas sociales para paliar el paro. A falta de ideas nos dan atascos e improvisaciones y nos secuestran lamentablemente la Navidad y los nacimientos, que además de dar testimonio de religiosidad popular son auténticas obras de arte de imaginería artesana, pero para quien práctica el feismo y la chabacaneria no le da el caletre para más que para montar el Malecón de Fidel.