viernes, 19 de abril de 2024
El Papa Pacelli Pio XII inicio la costumbre de enviar flores a la Plaza de España. Fue Juan XXIII quien deposito un cesto de rosas blancas al pie del monumento. A partir de entonces Papa Montini Pablo VI, Papa Woytila Juan Pablo II y Papa Ratzinger Benedicto XVI y el actual Papa Bergoglio Francisco han continuado con esta costumbre expresión de devoción popular. Por esta razón este humilde corresponsal de Galicia Digital se encontraba esta tarde a las cuatro de la tarde de un maravilloso día de diciembre en la Plaza de España cuando el Papa Francisco descendió de su utilitario e inicio la ceremonia de celebración de esta festividad de la Inmaculada Concepción. Presentes el Presidente de la Región de Roma de Zingaretti del Partito Democrático y la alcaldesa Raggi, la Sindaca en italiano, de Roma del partido de Grillo, el Movimiento Cinco Estrellas y nuestro embajador ante la Santa Sede en uniforme de Gala con el sombrero de plumas característico. 
La columna esta delante de nuestra embajada, un palacio imponente con gran historia, en que sirvió como agregado el caballero Giacomo Casanova, que desayunaba en el Café Greco su famoso chocolate y que alberga un fantasma como edificio antiguo que se respete. En tiempos del embajador Vázquez, Amancio Ortega desembolso veinte millones de euros para remozar la fachada. El embajador Garrigues que enamoró a Jacqueline Kennedy ha sido el embajador más famoso y el peor un reconocido ateo, seguido de cerca por una embajadora cuyo apellido hacia sonrojar al Santo Padre y a todo el Colegio Cardenalicio. Pero volvamos al gran Papa jesuita, que concluye brevemente su oración e inicia un saludo a las autoridades mencionadas y al Pueblo de Dios que nos agolpabamos en un amplio círculo después de una paciente espera de unas dos horas. Francisco visto de cerca es frágil, muy natural y tierno. Se detiene a saludar a todos, prestando especial atención a los enfermos en silla de ruedas y a los niños. Tiene una paciencia infinita y es un hombre que despierta sencillez y desborda cordialidad. Al final concluida la vuelta nos bendice a todos, sonríe una vez más y se mete en su utlitario. Nos deja un estupendo sabor de boca. Hemos visto y tocado a un hombre de Dios. Un gran día. Uno de esos momentos que se graban de forma indeleble en la memoria. Me dirijo hacia el grupo donde esta la alcaldesa Raggi. El embajador emplumado se ha refugiado en su embajada y la Sindaca está muy accesible. Es una mujer pequeña, graciosa, muy delgada, que parece divertida de despertar tanta curiosidad. La saludo. Nos hacen la foto de rigor y le hablo de Galicia Digital. Me dice que le encanta España y me desea una feliz estancia en Roma. Poco a poco el imponente, aunque discreto, aparato de seguridad se desmonta y se puede moverse por toda la Plaza, en los 164 escalones de la Escalonata hay muchos turistas y la fuente de Bernini "La Barcaccia" esta reluciente. Anochece lentamente sobre la Ciudad Eterna mientras se observa una satisfacción general de todos los muchos presentes, hemos participado a un momento de exaltación del mundo del Espíritu y ahora tenemos más fuerza para enfrentarnos al arte de vivir.
