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Caminito

viernes, 25 de noviembre de 2016
Inevitablemente Buenos Aires induce a la nostalgia, fomentada además por los reclamos turisticos, que nos hacen soñar con un tiempo pasado en que el tango se enseñoreaba ‎de los bajos fondos y convertía en duelos al último esfuerzo a los audaces bailarines engominados con sus damiselas que se descaraban y apretaban en el baile, mientras el bandoneon se convertía en un fuelle embrujado. Las mujeres eran en general infieles y ellos aguerridos y sufridores, llevaban sus cuernos con desgarro y ya el cenit, el summun era la dama trabajadora social rescatada por su honrado galan. Esto y otras lindezas pensaba yo mientras caminaba por las corralas de la Boca, aquí llamadas "conventillos" pintadas en colores con la pintura sobrante de los barcos, en esta desembocadura de un riachuelo, de ahí boca. Chiringuitos con parejas bailando el tango, estatuas de yeso del divo Messi, recreaciones del pintor del pueblo Quinquela, cachibaches de poca monta y mercadillos de bajo costo,al mejor postor de los turistas, con descuideros y carteristas al acecho.Me sume a una pareja veterana de la remota Patagonia, donde dejaron muchas huellas los maragatos, un hombre mecánico de profesión, toda una vida especialista en frenos de todo tipo de vehículos, que era un estupendo rapsoda con gran repertorio de poesías y refranes, su mujer no le escuchaba cansada de oír las mismas historietas, pero conmigo tenía público y se esplayaba a su gusto. Por primera vez me encontraba a un argentino al que le gustaba el Presidente Macri y que renegaba del peronismo agresivo de los Campara y de los más templados que practican el deporte de quejarse de todo y por todo y no dejan títere con cabeza, sin tratar de aportar soluciones y entonando así imaginarios tangos, en que el hombre de la calle, el ciudadano de a pie, es el eterno abusado, engañado y por ende apaleado. Visitamos juntos la Bombonera el campo del Boca Juniors, a cuyos hinchas llaman los genoveses, por el origen de los marineros, mientras que sus rivales sin cuartel el River Plate son los millonarios. La paradoja es que el millonario Macri se hizo popular siendo Presidente del Boca, lo que le llevó a conquistar primero la alcaldía y posteriormente el sillón presidencial, que da acceso a la Casa Rosada. Los enemigos del Presidente le echan en cara "el tarifazo" y lo argumentan al estilo podemita. Miguel Carlos, el de los mil frenos, me hace una encendida semblanza de Quinquela y sus marinas con sus barcos y su generosidad sin cuento. Entramos en el Estadio por un pasaje repleto de estatuas de futbolistas famosos, como Palermo, Riquelme y Tevez y nos asomamos para ver la cancha, ya que las tribunas están cortadas a pico, al estilo acantilado donde rugen las barras bravas, los bukaneros, el frente atlético o los celtarras para entendernos. El fútbol es una religión en este país las teles escupen partidos de las cuatro esquinas de este globo, para ellos balón, que es el mundo y tienen una cultura futbolera digna de Valdano. Siento despedirme de este Miguel rara avis macriana, pero ya estamos en Puerto Madero, los rascacielos al borde del mar como Copacabana o Benidorm. Me recita unas últimas estrofas de sabiduría popular "desconfía de fraile de noche, mesonero dadivoso y mujer de trance". Su mujer le mira con ese dulce desprecio mezclado de aprecio de las damas candidatas a las bodas de oro matrimoniales y se van renqueando, así transcurre la vida, a su vez me pierdo por la Calle Florida por la que transitan más de un millón de personas al día. Hace sol, se abre un primer verano y hasta los más quejumbrosos y sicoanalizados argentinos parecen estar más felices.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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