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Horizonte Antártida (3)

lunes, 21 de noviembre de 2016
El Bautismo del Mar

@ValentínCarrera a bordo del Sarmiento de Gamboa, lat. 18º 55N, Lon. 34º 20W

Disculpen si durante esta crónica, me levanto y voy corriendo al baño. Ha comenzado el baile. Ayer era la envidia de amigos y amigas, hoy no querría nadie estar en mi lugar. Quince días de navegación plácida por los trópicos, era mucho regalo, “vida y dulzura, esperanza nuestra”, reza la salve; pero esta noche se ha encabritado el dios Neptuno y nos está enviando unos trenes de olas inclementes, sin cesar, uno tras otro.

Mi camarote -el 112, por si quieren pasar a visitarme-, es el más próximo a proa: lo que se dice un sensor de movimiento de alta precisión, que va dibujando cada pantocazo y el perfil de las olas en la boca del estómago. La última… ¡ahora vuelvo! (…)
Horizonte Antártida (3)
Les decía que la última ola, de cuatro metros, acredita la inutilidad de la Biodramina y del Stugerón. He pasado a los remedios caseros, pan, manzanas, “Ti, mételle”; y aquí estoy, mordisqueando una deliciosa reineta del Bierzo, nunca se vio a nadie comer una manzana con tanta cara de asco desde la expulsión de Adán del Paraíso.

Un barco puede ser a la vez Paraíso e Infierno. Cuando contemplas el mar extasiado, el amanecer de plata y el atardecer de oro, la inmensidad que te hace sentirte pequeñito e invita a pensar, cuando disfrutas del vuelo de las aves y del sol tropical, y del viento como un soplo de vida, es el Paraíso. Cuando la mar se encrespa y el barco comienza a cabecear, y se mueve cada vez más, y nunca se detiene, e interrogas al horizonte en busca de una isla, una palmera; y comprendes que estás aquí atrapado y no hay escapatoria posible, puede ser un infierno. Entonces, has de aprender a dominar la ansiedad, la claustrofobia, y hacer un trato con el mar: “¡Vamos a llevarnos, bien!”.

Se lo dije al dios Neptuno hace treinta años, cuando recibí el Bautismo del Mar en estas mismas aguas, a bordo del Pescapuerta IV, abanderado de la Primera Expedición Científica 86/87. El armadanzas del bautismo fue Colón, el que yo conozco de verdad, no el de los Reyes Católicos: José Luis Lorenzo Colón, nuestro almirante Cousteau del Morrazo. Colón, ayudado por el cocinero Benito, encarnó a Neptuno y nos bautizaron (a Manolo y Carrera, en adelante Chandarme y Maragota), con huevos rotos en la cabeza y champán para brindar. La ceremonia concluyó con un buen manguerazo a toda la tripulación.
Horizonte Antártida (3)
Agua de mar para baldear las morriñas y los malos augurios. También en el Sarmiento de Gamboa, cuya cubierta está ocupada por los nuevos contenedores y material que transportamos para ampliar las bases científicas en islas Decepción y Livingston, por lo que hicimos el bautismo en el limitado espacio del hangar, en presencia del dios Neptuno, de su amiga Salacia, escoltada por dos hermosos tritones, y del terrible pirata Davy Jones, tuerto tras una pelea a cuchillo por una robaliza.

A los sones de Piratas del Caribe, comparecieron los cinco incautos: Fidel Ryan, Roxhanny Madeleyne, Estefanía Alonso, Manuel Céan y Álvaro Pastoriza, que ya serán conocidos para siempre por las leyes del mar como Cabirón, Bulárcama, Chumacera, Polipasto y Barbotén.

Al acabar las severas pruebas -escache de huevo, degustación de harina con sal y un pequeño diluvio-, cuyo detalle vamos a excusar porque hay menores leyendo, aproveché parta volver a encomendar nuestra navegación a Neptuno y, cogiéndole por el tridente, le dije: “¡Vamos a llevarnos, bien!”.

A lo que Neptuno sonrió como si fuera un diputado en Cortes, y nos ha enviado este tren de olas 3.0 que… ¡ahora vuelvo! (…)

No me quejo: un día en el infierno, purgando como Adán los pecados de la carne que no cometo, pues es tiempo de vigilia, y quince días en el paraíso. Me conformo con que Neptuno nos permita regresar a casa sanos y salvos, como hace treinta años, tras haber ensanchado nuestros horizontes: el personal de cada uno, esa Ítaca íntima que va creciendo en el viaje, curtiéndose en la dificultad, y el horizonte solidario y colectivo de cuantos participamos de esta Aventura de la Ciencia.

Les contaría más detalles, pero tengo que volver corriendo al baño.
Carrera, Valentín
Carrera, Valentín


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