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Yo, Santos

viernes, 18 de noviembre de 2016
Yo, Santos Estoy muy preocupado con mis dos cánceres, el mío personal cuando me operaron de próstata en 2012 y el que afecta al proceso de paz que ha ensangrentado a mi país desde hace más de cincuenta años, con 260.000 muertos y decenas de miles desaparecidos y millones de desplazados según la BBC‎. Este último tumor, el extirparlo ha sido la gran causa de mi vida, desde que asumí la magistratura suprema de Colombia. Me han concedido el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo mi antiguo Presidente Uribe se ha convertido en mi enemigo jurado y esta torpedeando mis negociaciones de paz, consiguiendo que los ciudadanos no aprobaron un proceso de paz, que se había sellado con Timochenko y sus bandoleros. Estos guevones no comprenden cual es el precio de la paz, las noches de angustia y de duelo que han ensombrecido las vidas de mis compatriotas y han dificultado la mejora de las insfrestructuras que tanto necesita Colombia y el desperdicio que supone que tierras que podían ser de panllevar se hayan convertido en antesalas de muertes y torturas. Rescatar un cuarenta por ciento de mi país tiene un precio, aceptar la paz y la reconciliación. No lo comprenden. Y de pronto los síntomas que me llevaron al quirofano hace cuatro años se han vuelto a manifestarse mezclándose con mis desvelos nocturnos. Que tremendo cóctel Molotov tener que enfrentarme con los uribistas y con mis propias entrañas,que lucha sin cuartel, que me lleva de nuevo al John Hopkins de Baltimore.En mis años mozos me forme en Estados Unidos y alcance una maestría en Harvard, luego los avatares de la politica me llevarían a ser Ministro de defensa con Uribe y luego a ser su delfín, después estalló el desamor entre nosotros, cuando los amigos dejan de mirarse a los ojos y a murmurar palabras ininteligibles, después se hizo público el resquemor y de ahí se pasó a la enemistad profunda. Que tremendo es haber llegado al máximo en la vida y sentirse corroer por fuera y por dentro. Es una paradoja digna de ser novelada por un nuevo García Márquez. Comprendo que estos dramas no sólo me afectan a mi, pero me duelen doblemente por mi país y mi salud personal. La paz debe alcanzarse a toda costa, incluso aunque mi vida se deshaga como un azucarillo, es mi misión y debo cumplirla, me duele Colombia y sus avatares y deseo no derrumbarme antes de lograr un futuro mejor, con esperanza y futuro de prosperidad para todos los colombianos, seré fuerte Señor.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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