La gente no tiene el chichi para farolillos

Hasta el gorro, el moño, los huevos, el culo… Traducido al argot de la Corte, la gente ya no tiene el chichi para farolillos.

Te es muy difícil de cuantificar el cabreo español por el no gobierno, aunque bien me sé que hay algunos que se toman de coña el asunto y disfrutan mucho con los memes que los memos crean sobre la situación.

Hasta me estoy creyendo la teoría del chantaje para llegar al poder desde la periferia de los partidos e incluso la conspiración interna de alguna gente para liquidar a los de siempre, entre los que se encuentra el mismísimo presidente en funciones. Pero…

¡Ya está bien, coño! Que aunque el país aguanta por alto, rico y guapo puede sobrevenir otro terremoto con epicentro en Bruselas u otra estafa colectiva de los autoseleccionados de Wall Street. No, no exagero, que yo, pese a todo, creo a los gurús de la economía española y andan todos demasiado mosqueados. Como para tomarnos esta historia de la modernidad política como si acabásemos de llegar del futuro y conociésemos un final feliz.

Sin ir más lejos. Ayer, en esta Galicia nuestra, va Pedro y dice que propondrá al comité federal del PSOE del primero de octubre decir no a Rajoy y persistir en el intento de liderar la formación de un gobierno. Es decir, repetirá lo que ya hizo y tengo la impresión de que, por eso, volverá a fallar.

Desde luego, sus señorías tendrían que parir ya, porque han pasado los nueve meses de embarazo. Pero no creo que les salga un presidente del parto que se anuncia. He de recordarte que muchos hemos apostado por las “terceras” desde el 26J y después del próximo día 30 ya no quedará otro remedio.Así que, visto lo visto, mejor que vayan mirando la forma de que se celebren antes o después de las fiestas navideñas, no vaya a ser que se queden todos sin turrón.

Por lo de pronto yo te pido que votes el domingo. Aquí no es lo mismo Xan que Perillán, aunque lo cuente el refranero. Además, siempre te servirá de entrenamiento democrático, no vaya a ser que te entren ganas de emigrar, como hicieron los abuelos.

La frase del título es definitoria de la autoría de mi hija Bety.