Por norma general, es difícil encontrar a un profesional del periodismo que esté contento con su trabajo. Y no, esto no es un tópico, ni una afirmación soltada al aire sin ningún tipo de dato que la respalde. De hecho, esta afirmación está apoyada en los datos de
el I Barómetro de Easypress sobre la profesión periodística, en la que se afirmaba que tan sólo un 1% consideraba su estado profesional como bueno, mientras que un 77% lo denominaban como precario.
Casi nada. Uno de cada cien periodistas españoles dice que se encuentran bien en su trabajo, y casi que suena a bastante. Sobre todo, después de que en 2014 un estudio del portal norteamericano de empleo CareerCast, colocase al periodismo en prensa escrita como la profesión número 199 de entre 200 profesiones, solo siendo superada (en el mal sentido) por los leñadores.
Los lastres que han provocado la llegada de una maquinaria que ahora suple a estos profesionales y del peligro que corren a la hora de realizar su trabajo (en el caso de los leñadores, claro), los ha llevado al puesto número 200. Pero, ¿Y qué tiene de malo ser un periodista de prensa escrita? Pues muchas cosas, como el desempleo, los bajos salarios y las pocas perspectivas de futuro del sector. Aunque, eso es cierto, sea difícil sentir riesgo al utilizar una grabadora o un ordenador portátil.
¿Soluciones?
Una de las salidas más recurrentes y exitosas de las escogidas por los periodistas a día de hoy es la de reconvertirse profesionalmente para aplicar sus conocimientos en una de esas industrias hermanas de la prensa, como la hostelería. Aunque, también, otra de las boyantes salidas es la de aplicar una reconversión, quizás un poco menos complicada, al mundo del márketing y la publicidad. O, también, el de seguir el famoso dicho de montártelo por tu cuenta.
En cuanto a esta última opción, pese a que a poco que navegue por Internet uno pueda montar toda
un libro de relatos de terror sobre las experiencias de los autónomos en España, lo cierto es que aporta cierta libertad a la hora de trabajar para diversos medios y tocar diversos palos, desde las traducciones, el trabajo corporativo o el márketing, todo ello sin tener que depender de un solo sueldo (la mayoría de las veces precario).
¿Un blog? Una gran idea
Aunque éste sea un proceso más bien duro y que requiere de mucho esfuerzo, el
tener un blog con éxito sería una de las mejores cartas de presentación que un periodista puede tener en su currículum. Eso, junto a cierta experiencia en otras facetas de la vida, siempre puede aportar un plus a muchos candidatos para un trabajo en cualquier tipo de prensa, ya sea ésta escrita, radiofónica, televisiva o en Internet. Siempre y cuando ese animal mitológico que son los trabajos bien remunerados en el periodismo vuelvan a hacer acto de presencia, muchos de los que han tocado muchos palos pueden aprovecharse de dicha experiencia vital.
Y si a ello se le suma un blog, una red social, un canal de Youtube o similar y en el que uno, además, pueda dar buena cuenta de sus capacidades como periodista, la combinación puede ser más que óptima.
Métodos contra la depresión profesional
Para motivarse en este viaje a través de las tinieblas del periodismo, en el que uno espera encontrarse la luz profesional al final del túnel (más conocido como El Tremendísimo Túnel Que Nunca Se Acaba), hay ciertas pastillas y recetas que pueden funcionar de forma correcta a la hora de encender la ilusión. Aquí, nuestras recomendaciones particulares:
Leer cualquier libro de las historias de Enric González, Historias de Londres, Historias de Nueva York o Historias de Roma, sin duda, servirán a modo de inspiración.
Tomar, una vez a la semana, los programas Salvados, En Portada y sintonizar en la radio Marcador Internacional para los amantes del fútbol.
Y, sobre todo, nunca, nunca jamás ver Punto Pelota o El Chiringuito.
