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Quetzalcoatl Dios del viento

Antuña, Joaquín - sábado, 03 de septiembre de 2016
Siempre me ha fascinado la creatividad de los mexicanos, su preferencias por grandes ideas y proyectos continentales y mundiales. Entre mis lecturas del verano he leído dos libros que iluminan los antecedentes de los mexicanos antes de la llegada de Hernán Cortes, me refiero a dos relatos históricos, la Maliche de la novelista Laura Esquivel y el Monctezuma del hispanista Hugh Thomas, en que se retrata el encuentro entre dos culturas en plena expansión la renacentista de los españoles y el dorado apogeo del imperio mexica con códigos de conducta diametralmente opuestos y valores éticos diferentes. Un punto de enlace entre ambas visiones del mundo es el representado por el Dios del viento y del espíritu el emplumado Quetzalcoatl que se oponía a los sacrificios humanos y que inspiraba la cultura, el saber y la educación de la epoca. Un episodio de ebriedad debido al pulque que le llevó a cometer incesto con su hermana le había hecho huir avergonzado por el este en una balsa de serpientes y como los dioses no pueden morir se esperaba su vuelta y la aparición de los blancos barbados por esta zona con venados gigantescos, los caballos, jamas vistos y perros feroces junto a sus naves gigantescas les hicieron pensar a los mexicas que se trataba de su vuelta. Cortes hombre maquiavelico y de acción les siguió el juego cuando atraves de sus intérpretes Aguilar y Malinali comprendió que esta situación le ayudaba en su empeño de conquistar este fascinante país. Esta es la historia que se estudia en las escuelas, con interpretaciones a veces opuestas entre quienes censuran la pasión por el oro y la crueldad de los europeos o chocan contra la tradición de sacrificios y canibalismo ritual de los mexicas. Son dos pesos y dos medidas. La Cruz por la espada o la cultura de la sangre. Entre ambas visiones se impone la del Dios del espíritu y la del Cristo redentor.‎ Cortes llevaba consigo la Virgen de Guadalupe de su Extremadura, que se apareció al indio Juan Diego y se convirtió en un poderoso símbolo de la nacionalidad mexicana. Estoy convencido que en la religiosidad mexicana esta incorporada el mundo del espíritu de Quetzalcoatl, el Dios del viento, que también resopla con fuerza en la visión mundialista de sus pensadores y filósofos como Octavio Paz. En su laberinto de la soledad los mexicanos son hijos de la Malinche y de Cortes, reniegan de ambos, pero se sienten al mismo tiempo fascinados por conquistadores y conquistados, que forjan la raza de cobre. Jose López Portillo, el que dijo que defendería al peso como un perro, antes de devaluarlo sin remisión eligio como símbolo de su sexenio presidencial a Quetzatcoatl,el dios del viento. En el Zócalo de la Ciudad de México entre Catedral y Presidencia bulle un pueblo tocado por este dios que los reconcilia con lo mejor del mundo antiguo y les afirma en su identidad nacional.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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